No destruyas al Devorador: de Lighling Tucker
Se puso de pie dejando caer su bata al suelo dejando su piel expuesta y las crecientes marcas que surgieron. Todo su cuerpo se llenó de tribales propios de su especie, unos de color blancos dado su origen de ángel y otros negros por los demonios. Así era ella, hija de Luz y Oscuridad. En ella convergían dos mitades tan distintas que eran imposibles la existencia de la una sin la otra. Los tribales se esparcían por su cuerpo, al completo, hasta en sus ojos. Mostrando su auténtica naturaleza a su hermano, una que ya conocía bien. |