Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo
Pero una casa no es un hogar, y ésta se convirtió en su tumba
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Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo
Pero una casa no es un hogar, y ésta se convirtió en su tumba
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Todo esto te daré de Dolores Redondo
—El feísmo gallego —sentenció Nogueira. —¿Qué? —contestó Manuel saliendo de su ensimismamiento. —El feísmo, esta puta costumbre de hacer todo a medias que tenemos aquí, viene de la tradición de ir dejando trocitos del terreno a los hijos para que se hicieran una casa. Se construían el tejado y las paredes y en cuanto podían meterse dentro se casaban y terminaban de construirla poco a poco... Sin ningún criterio, en muchas ocasiones sin pedir permiso o consultar con profesionales. Un tipo de edificación que obedece más a las necesidades de cada momento que a la estética. El feísmo. |
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Todo esto te daré de Dolores Redondo
—Indiferencia —sentenció el sacerdote—. En ocasiones es una de las fases del duelo que trae la muerte, viene justo después de la negación y antes de la negociación.
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Todo esto te daré de Dolores Redondo
Existe una tristeza vista, pública, de lágrimas y luto, y otra inmensa y silenciosa que es un millón de veces más poderosa.
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El guardián invisible de Dolores Redondo
Hay ocasiones en que el dolor es tan grande y está tan enquistado que uno desea y cree que se quedará así para siempre, escondido y callado, sin querer afrontar el hecho de que los dolores que no han sido llorados y expiados en su momento regresan una y otra vez a nuestras vidas como restos de un naufragio, van llegando a la playa de nuestra realidad para recordarnos que hay toda una flota fantasma hundida bajo las aguas que jamás nos olvida y que irá regresando poco a poco para esclavizarnos de por vida.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Los crímenes en serie tenían un aire de representación enfermiza, que resultaba aterrador y desconcertante a partes iguales.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Mentre s’hi acostava va distingir els laments silenciosos de la desolació. Els havia sentit dotzenes de vegades. Poc im-portaven les paraules. Tots els supervivents d’una tragèdia, sense excepció, parlaven de la mateixa manera.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
El lugar donde nacemos tiene sobre nosotros una influencia innegable, y cuando eres de un lugar como Baztán, darle cabida a esas cosas resulta tan natural como hacerlo en los pantanos.
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Todo esto te daré de Dolores Redondo
Tengo miedo de que al dejarte solo comiences a llorar, entonces no me dejabas dormir, ahora no me dejas descansar...prométemelo. Prométeme que no sufrirás, no me conviertas en el factor vulnerable, en tu vida,no dejes que nadie lo sea jamás.
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Legado en los huesos de Dolores Redondo
—Pero un recién nacido no es un feto. —¿No? Pues yo soy partera, he visto miles de recién nacidos y cientos de abortos, y no veo que se puedan establecer tantas diferencias.
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Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo
De todos los derechos que tiene un hombre, el más importante es el derecho a equivocarse, a ser consciente de ello, a ponerlo en valor y a que eso no sea una condena de por vida.
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El guardián invisible de Dolores Redondo
Si estás bloqueada, resetea, reinicia. A veces es la única manera de desbloquear un cerebro, da igual que sea humano o cibernético.
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Ofrenda a la tormenta de Dolores Redondo
Sonrió antes de contestar porque lo amaba, porque aquel modo de ver el mundo seguía fascinándola y porque sabía que amar también es esforzarse en amar.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Era un hecho incuestionable estudiado en todos los ámbitos de la supervivencia del hombre, desde los campos de batalla hasta los de refugiados, desde los dispensarios militares hasta las incubadoras de los neonatos en los hospitales. Cuando las razones se empezaban a cuestionar, cuando las consignas dejaban de tener sentido, cuando el cansancio hacía presa en los cuerpos y en las almas, cuando continuar o no pasaba a ser una opción. No existía fuerza tan redentora como el poder del contacto humano.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
—Pensaba que la lealtad y la sinceridad iban unidas, ¿no le molesta que su compañero le oculte cosas? —insistió ella. —Subinspectora, somos Bill y Bull, no Tom y Jerry. Lealtad no es contarlo todo, es contar todo lo que hay que contar. |
La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Existen muchas clases de sonrisas, la mayoría falsas: la que se adopta cuando se posa para una foto; la de circunstancias, cuando alguien hace una broma fuera de lugar; la sonrisa incómoda ante comentarios desafortunados; la seductora, que se dibuja en el rostro cuando alguien nos atrae sexualmente; la sarcástica, tan propia de los políticos que sonríen cuando una pregunta no les ha hecho ninguna gracia. Y después está la sonrisa auténtica, la sonrisa de felicidad.
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La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Engrasi tenía la teoría de que las premoniciones no eran otra cosa que el instinto básico de supervivencia maleado a través de los siglos por la presunta evolución del ser humano, y sobre todo por la actual sociedad de confort. Todas esas señales que nuestra especie sabía leer en el aire, rumores, sonidos, minúsculos pero perceptibles cambios que constantemente acaecían alrededor y que podían ser interpretados por un humano aleccionado en la naturaleza: la proximidad de una tormenta, la inminencia de un parto, la presencia del agua, el acecho de un depredador, la llegada de una plaga, la cercanía de la muerte. Ella seguía creyendo en las primeras impresiones. Opinaba que, en ese momento de indefensión ante lo que venía, era cuando los receptores de percepción aún estaban lo bastante limpios como para que las impresiones reales de lo que teníamos delante llegasen hasta nosotros sin la carga de la información añadida, esa que la mayoría creía interpretar como maestros y que solo servía para engañarnos. + Leer más |
¿Quién mata al elfo Dobby?