Como se puede observar por la sinopsis, ni el propio autor está seguro de qué ha escrito y, aunque afirme no ser un cuento, lo cierto es que sí lo es. Narra la historia de un comerciante de seda llamado Hervé Joncour. Vive con su mujer Hélene en un pequeño pueblo francés y se dedica a la compraventa de gusanos para fabricar seda. Tiene todo lo que necesita para ser feliz: una vida apacible, grandes riquezas, una casa hermosa, viajes por Europa y África, y lo más importante, una mujer que lo ama. Por culpa de una extraña enfermedad debe ir hasta Japón regularmente para comprar huevos de gusano de seda. Con tanto ir y venir no resulta raro que se obsesione con una jovencita que conoce en el país Nipón. Es una historia triste y poética a partes iguales y muestra cómo la vida simple de un hombre puede convertirse en una gran aventura cuando la pasión se cruza en su camino. El libro es tan pequeñito que resulta gracioso. Cuenta con 65 capítulos de unas dos o tres páginas cada uno. La letra es bastante grande para que la historia abulte más, pero la lectura se puede terminar fácilmente en un sólo día. El vocabulario es simple y, en ocasiones, repetitivo. A veces surge alguna palabra de significado incierto, pero no supone ninguna molestia. Personalmente, este es uno de esos libros que al acabarlo dices "pues vale". No me ha encandilado, pero tampoco es una decepción. No esperaba nada especial de él y, gracias a su corta extensión, no puedo decir que haya perdido el tiempo. Para mí, el principal inconveniente ha sido el protagonista. Hervé es un hombre insatisfecho que no tenía bastante con el amor incondicional de su esposa, a la que aseguraba amar, pero tampoco le convence la mujer japonesa, de la que se obsesiona de forma absurda. El resultado es un hombre amargado que no supo apreciar las cosas buenas que tenía e hirió a aquellas personas que de verdad lo querían. Saludos ;) + Leer más |