¡El dolor era algo insoportable! ¿Por qué no me daba un dolorazo enorme de una vez, que pasara y se acabase?
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¡El dolor era algo insoportable! ¿Por qué no me daba un dolorazo enorme de una vez, que pasara y se acabase?
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El mundo había perdido todo el sentido humano. Todo me oprimía con tal brutalidad, que perdía la noción de las cosas. Solo pensaba en aquello que me consumía por dentro. El dolor reapareció más intenso y dejé caer la cabeza sobre el pupitre con el deseo de ocultarme, morir, desaparecer.
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Duerme bien, hijo mío, porque, a pesar de todo, la vida es muy bonita.
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Entonces tienes un don maravilloso y quien puede tener ese don debe creer que se puede calentar el sol tantas veces como sea necesario. Y no quiero verte así, con esta postración. ¿Cómo voy a poder trabajar mañana, si te dejo así, sumido en una tristeza absoluta?
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—¿Qué ha sido de ese hijo mío que tanto hablaba del sol, de calentar el sol? Pues bien, en momentos así es cuando hay que probar las teorías. —Va a ser difícil. Me parece que mi sol ha quedado totalmente helado. —Ya te he dicho que mañana será otro día. Todo cambiará. —¿Qué es esta vida, Maurice? |
No podía siquiera moverme. Un nudo doloroso en la garganta me impedía llorar. En mis oídos se repetía una pregunta dolorosamente: ¿por qué todo aquello, Dios mío?
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—Guárdame en tu corazón, al lado de Adán. Acuérdate de mí de vez en cuando. —Eso va a ser difícil. Se asustó. —¿Difícil acordarte de mí, Monpti? —Sí, porque, para acordarse de alguien, primero hay que olvidarlo y eso yo no podría hacerlo nunca. |
Ha perdido la manía de quejarse de todo. Se queda en silencio, solo leyendo, perdido en el mundo de los libros y los periódicos.
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Solo que algo me está estrangulando la garganta, un comienzo de tristeza que me da vueltas por dentro.
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—¿Por qué no creerlo? La gente cree en tantas cosas en esta vida… Precisamente porque estás en una edad en la que todos los sueños son una realidad.
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El retrato de Dorian Gray