Zezé ya dejó de ser el adorable niño travieso de “Mi planta de naranja lima”, ahora es un joven adolescente, inquieto y juguetón, con un gran corazón, aunque este sufre por la ausencia de su familia, que al no poder mantenerlo, lo cede a un familiar lejano que le brinde educación, casa y comida. Eso no es suficiente para que Zezé se conciba amado, pues aún se siente aquel chiquillo, ahijado del demonio que no puede controlar sus actos. Su imaginación es el único escudo contra el dolor que ha conocido desde niño, así que ahora es un sapo cururú quien le visita y se come su corazón, para acompañarlo hasta que ya no le necesite y actuará como su cómplice, su conciencia, tratando de guiarlo en su andar. Nadie sabe de esta ni de otras fantásticas compañías de las que se vale Zezé para sobrevellevar la vida que le ha tocado. Solo un amable profesor de su colegio marista conoce la verdad, el intentará alejarle de la oscuridad que el sufrimiento le ocasiona, y junto a Adán, el sapo cururú, le ayudarán a buscar aquello que le calentará el sol, hacia el bien y el futuro. Una tierna novela, llena de aventuras e imaginación, que nos mantiene entretenidos de principio a fin, y nos lleva a reflexionar sobre la pobreza asociada a la adolescencia y las oportunidades que la rondan. + Leer más |