Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Volvía aquel antiguo dolor que siempre se empeñaba en perseguirme. ¿Volver a ser Zezé, tener una planta de naranja lima, perder al Portuga de nuevo?… —Reconócelo. ¿Es que no te gustaría? En aquel tiempo tenías algo que no sientes desde hace bastante, una cosita muy buena: la ternura. Asentí, desalentado, con la cabeza. —Pero no todo está perdido. Aún tienes la ternura de las cosas; si no, no estarías hablando conmigo. |