— ¿Te gustaría volver a ser Zezé? —En la vida nada vuelve. En un sentido me gustaría, pero en otro no. |
— ¿Te gustaría volver a ser Zezé? —En la vida nada vuelve. En un sentido me gustaría, pero en otro no. |
—Eres triste, sobre todo triste. Tal vez uno de los niños más tristes del mundo, ¿no? —Ya lo sé. |
La debilidad volvió a vencerme por dentro. ¿Por qué demonios tenía que emocionarme hasta con un sapo?
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Aquello me conmovió, porque yo era tan débil, que, cuando veía a una persona llorar o sufrir, se me llenaban los ojos de lágrimas.
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Había invadido el cuarto una luz blanca, tan bonita, que creí haber muerto y encontrarme en el Paraíso, pero eso era imposible. En casa, todo el mundo decía que el Cielo no era para mí. Las personas como yo iban derechitas a las calderas del Infierno y a asarse en ellas.
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El retrato de Dorian Gray