Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
No podía siquiera moverme. Un nudo doloroso en la garganta me impedía llorar. En mis oídos se repetía una pregunta dolorosamente: ¿por qué todo aquello, Dios mío?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
No podía siquiera moverme. Un nudo doloroso en la garganta me impedía llorar. En mis oídos se repetía una pregunta dolorosamente: ¿por qué todo aquello, Dios mío?
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