“… ʟᴏs ʟɪʙʀᴏs sóʟᴏ sᴇ ᴇsᴄʀɪʙᴇɴ ᴘᴀʀᴀ, ᴘᴏʀ ᴇɴᴄɪᴍᴀ ᴅᴇʟ ᴘʀᴏᴘɪᴏ ᴀʟɪᴇɴᴛᴏ, ᴜɴɪʀ ᴀ ʟᴏs sᴇʀᴇs ʜᴜᴍᴀɴᴏs, ʏ ᴀsí ᴅᴇғᴇɴᴅᴇʀɴᴏs ғʀᴇɴᴛᴇ ᴀʟ ɪɴᴇxᴏʀᴀʙʟᴇ ʀᴇᴠᴇʀsᴏ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴀ ᴇxɪsᴛᴇɴᴄɪᴀ: ʟᴀ ғᴜɢᴀᴄɪᴅᴀᴅ ʏ ᴇʟ ᴏʟᴠɪᴅᴏ”.
Tenía esta nouvelle (casi un relato más bien) pendiente desde hace años. Me pareció que podía ser un buen inicio para el 2024. Un libro que habla de libros, o más bien del amor/obsesión de las personas por los libros.
Mira que me gusta Zweig, pero en este caso no me ha conquistado. No como sus otros libros (
Miedo,
Carta de una desconocida). Se me ha quedado a la altura de
Novela de ajedrez, que me gustó pero no me encantó.
Habla de cosas importantes y lo hace como siempre con esa perfección del lenguaje a la que nos tiene acostumbrada el autor: los cambios sociales que aparecen con la primera guerra mundial, el valor del recuerdo y el precio del olvido y sus consecuencias, la deshumanización.
Nuestro narrador entra en un café vienés para darse cuenta de que ya había estado allí antes. Y recuerda, aunque los pensamientos del pasado tardan en abrirse paso hasta la superficie, al admirado Jakob Mendel, que pasaba allí sus días y que ya no está. Entonces tratará de averiguar qué fue de él y descubrirá la fugacidad de las cosas y lo fuerte y despiadado que puede llegar a ser el olvido. Y es que a veces son las personas más insospechadas las que guardan nuestro recuerdo.
“sᴇɴᴛí ᴜɴ ʀᴇɢᴜsᴛᴏ ᴀᴍᴀʀɢᴏ ᴇɴ ʟᴏs ʟᴀʙɪᴏs. ᴇʟ ʀᴇɢᴜsᴛᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ғᴜɢᴀᴄɪᴅᴀᴅ. ¿ᴘᴀʀᴀ ǫᴜé ᴠɪᴠɪᴍᴏs, sɪ ᴇʟ ᴠɪᴇɴᴛᴏ ᴛʀᴀs ɴᴜᴇsᴛʀᴏs ᴢᴀᴘᴀᴛᴏs ʏᴀ sᴇ ᴇsᴛá ʟʟᴇᴠᴀɴᴅᴏ ɴᴜᴇsᴛʀᴀs úʟᴛɪᴍᴀs ʜᴜᴇʟʟᴀs?”
“ᴍᴇɴᴅᴇʟ ʏᴀ ɴᴏ ᴇʀᴀ ᴍᴇɴᴅᴇʟ, ᴄᴏᴍᴏ ᴇʟ ᴍᴜɴᴅᴏ ʏᴀ ɴᴏ ᴇʀᴀ ᴇʟ ᴍᴜɴᴅᴏ”.
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