Algunos compañeros se habían procurado blusas y pantalones; circulaban rumores anunciando que personas caritativas habían organizado almacenes de trajes para facilitar la evasión de los prisioneros
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Algunos compañeros se habían procurado blusas y pantalones; circulaban rumores anunciando que personas caritativas habían organizado almacenes de trajes para facilitar la evasión de los prisioneros
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Los caminos no estaban seguros para los oficiales; hombres con blusas, soldados evadidos, desertores tal vez, se echaban sobre ellos y querían asesinarles, como si fueran cobardes y traidores, con aquella leyenda de la traición, que veinte años más tarde, debía aún entregar al desprecio de aquellos campos, a todos los jefes
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Una mujer, una madre sin duda, que quería abrazar a su hijo, un sargento joven había sido separada de un culatazo con tal violencia, que cayó a tierra. En la plaza de Turenne, fueron atropellados unos señores que echaban provisiones a los prisioneros ... Sedán, que desde hacía ocho días veía pasar así aquel desgraciado rebaño de vencidos, no se acostumbraba, estaba agitado y a cada nuevo desfile de prisioneros, se conmovía
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¡Qué desahogo! en aquel primer instante feliz. Fuera parecía una resurrección, la luz brillante, el aire sin límites, el despertar florido de todas las esperanzas. Cualquiera que fuera su desgracia ahora no la temían, se reían al salir de aquel horrible campamento de la Miseria
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Los prusianos, tan admirablemente organizados, continuaban dando pruebas de una incuria brutal hacia el ejército prisionero. Con las reclamaciones de los generales Douay y Lebrun, hicieron llevar algunos carneros, y algunos carros de panes
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En las tinieblas los estertores adquirían tal horror, que los soldados, acostados unos al lado de los otros, gritaban a los moribundos se callaran y los dejaran dormir, muy incomodados
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Juan se negó a hacer lo que le pedían. ¡Aquel pobre animal que agonizaba! ¡No, no! Su primer pensamiento fue huir con Mauricio para que ni uno ni otro tomaran parte en aquella horrible matanza. Pero al ver tan pálido a su compañero tuvo lástima de él. Después de todo, se dijo, los animales se han hecho para que los coman las personas
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Los prusianos habían prohibido que se mataran caballos bajo pena de muerte, por temor a que sus cuerpos produjeran la peste
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No parecía que hubiesen tomado precaución alguna, ningún esfuerzo se había hecho para alimentar, aquellos ochenta mil hombres cuya agonía empezaba, en aquel infierno horrendo que los soldados designaban con el nombre de Campo de la Miseria, un nombre de angustia, del que los soldados debían guardar un recuerdo indeleble
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¡Ah! ... ¡esas músicas!. Me penetran en la piel
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?