Pero el ejército había tenido que detenerse delante de las tapias de los parques de Coeuilly y de Villiers, tapias de medio kilómetro, transformadas por los prusianos en fortalezas inexpugnables. Todos los esfuerzos se estrellaron allí.
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Pero el ejército había tenido que detenerse delante de las tapias de los parques de Coeuilly y de Villiers, tapias de medio kilómetro, transformadas por los prusianos en fortalezas inexpugnables. Todos los esfuerzos se estrellaron allí.
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Se habían reorganizado las fuerzas militares, creado tres ejércitos; el primero compuesto de los batallones de la guardia nacional, a las órdenes del general Clemente Thomas; el segundo, formado con los cuerpos 13° y 14° y otro de nueva creación, mandado por el general Ducrot; por último, el tercero, el de reserva compuesto únicamente de movilizados y confiado a la pericia del general Vinoy
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Mauricio sufrió el fracaso de aquella Commune de la que tal vez hubiera salido la salvación, el llamamiento a las armas, la declaración de la patria en peligro, todos los recuerdos clásicos de un pueblo libre que no quiere morir
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Creía en la necesidad del terror para acabar de una vez con los ineptos y con los traidores que estaban matando a la patria
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Él alimentaba un gran rencor desde que había sabido lo de Froeschwiller; tenía la conmoción de cada una de las derrotas, el cerebro debilitado por tantos días como había pasado sin comer y sin dormir; casi no sabía si vivía; y la idea de que tantos sufrimientos tendrían por término otra catástrofe irremediable, le enloquecía
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Julio Favre y sus colegas eran ya más impopulares que los antiguos ministros de Napoleón III. Ya que no querían batir a los prusianos, debían dejar el puesto a otros, a los revolucionarios, seguros de vencer, decretando el levantamiento en masa, protegiendo a los inventores que ofrecían minar las afueras o aniquilar al enemigo con una lluvia de fuego griego
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¡Ah!, ¡aquel París que él conoció, tan ansioso de gozar, tan próximo a cometer las últimas faltas, lo encontraba sereno, valiente, decidido a todos los sacrificios!
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La capital, con su recinto fortificado de ocho leguas y media de perímetro, con sus quince fuertes y sus seis reductos destacados, iba a encontrarse como encarcelada. Y el ejército de defensa no contaba sino con los cuerpos 13° y 14°, que reunían entre los dos una fuerza de ochenta mil soldados, a los cuales había que agregar los catorce mil hombres de la marina, los quince mil de los cuerpos francos, y los ciento quince mil de la guardia móvil, sin contar los trescientos mil guardias nacionales repartidos entre los nueve sectores de las murallas. Era una muchedumbre armada, pero faltaban los soldados aguerridos y disciplinados
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Habían bastado unas cuantas granadas; un pánico espantoso se había apoderado de un batallón de zuavos, compuesto de reclutas, comunicándose al resto de las tropas, las cuales no pararon de correr hasta París, donde fue inmensa la alarma
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Había fallecido sin que nadie supiera cómo, y al día siguiente encontraron un pedazo de periódico que había servido para encuadernar un libro, donde se daba cuenta de la rendición de Metz
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?