La Débâcle de Émile Zola
Julio Favre y sus colegas eran ya más impopulares que los antiguos ministros de Napoleón III. Ya que no querían batir a los prusianos, debían dejar el puesto a otros, a los revolucionarios, seguros de vencer, decretando el levantamiento en masa, protegiendo a los inventores que ofrecían minar las afueras o aniquilar al enemigo con una lluvia de fuego griego
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