Si escribís en el buscador de Google algo así como “autora de Tan Poca Vida”, una de las primeras páginas que os saldrá es un articulo que empieza contando una anécdota, la de como con diez tiernos añitos Hanya Yanagihara fue llevada por su padre, un médico hawaiano, a ver una autopsia en vivo y en directo. Ese mismo artículo recoge la siguiente cita de la autora: "La enfermedad me fascina, lo que el invasor puede hacerle al cuerpo anfitrión...Me encanta descubrir hasta qué punto un cuerpo es capaz de protegerse a sí mismo, a toda costa. Lo duro que lucha por sobrevivir". Creo sinceramente que esta cita y esta anécdota ilustran mejor que nada qué es lo que vas a encontrarte en esta novela, pues con solo esto ya puedes imaginarte por donde van los tiros con “Tan Poca Vida”, una novela en la que el dolor humano es mostrado en todas sus perspectivas, colores y formas sin ningún tipo de dolor, que muestra sin ambages lo autodestructivas que podemos ser las personas y la incapacidad desoladora por la que muchas veces no podemos luchar contra los males que reciben en nuestras mentes y en nuestros cuerpos. Pero también es una conmovedora oda a la capacidad del ser humano para aguantar todo este sufrimiento y seguir adelante, incluso aunque lo último que quiera hacer (o incluso pueda hacer, que no es siempre lo mismo) es seguir respirando. Definitivamente, este no es un libro que sea ni para todos los públicos, ni para ser leído en todos los momentos de la vida de un lector . La señora Yanagihara no se priva de nada a la hora de hablar de temas como los abusos infantiles, las autolesiones, la drogadicción, violaciones, el maltrato físico y psicológico, la pederastia, los problemas mentales , enfermedades físicas y mentales y el suicidio. Es algo que me parece importante aclarar para cualquiera que esté leyendo esta reseña de cara al futuro, por si alguna vez se anima con este mamotreto de poco más de mil páginas en su edición española. Advertirle que va a encontrarse frente a sus ojos con escenas de una brutalidad pasmosa, contada con todo lujo de detalles. Con situaciones terribles a las que asistirá con absoluta impotencia, que toda la lectura va a ser un horror increscendo que en realidad solo se acabará cuando la novela se cierra definitivamente, que le dejara un nudo en el estómago y la garganta seca. Una vez escuché de los viajes a la india (un país en el que nunca he estado, maldita sea), que lo que ves ahí te cambia totalmente, puesto que te enfrentas a una realidad completamente diferente y quete hace llorar. Pero son unas lágrimas de esas que te limpian por dentro, que hacen que vuelvas a tu casa renovado de una forma brutal. Pues creo que esa es la la virtud de “Tan Poca Vida” es que es uno de esos libros que duele , remueven, amputan y te dejan emocionalmente hecho polvo. Tecambien irremediablemente, incluso, aunque no te guste. Pocas obras pueden presumir de lo mismo. Es una novela que te hace sentir muchas cosas, la mayoría muy negativas, y que te da una perspectiva de la vida valiente, diferente e incluso aterradora, que hace que inevitablemente cambien muchos de los matices bajo los cuales ves lo que tienes alrededor y que te replantees muchas cosas. Que incluso, cuando creas que ya no puedes más con lo que has leído tengas que obligarte a seguir haciéndolo, porque es un libro con una fuerza vibrante y que impacta totalmente en el lector. Y creo que muy pocas obras sean capaces de conseguir eso. Por eso lo considero una lectura dura, pero necesaria, incluso, aunque eso suponga darte golpes con ella en cada momento, pues cuando ha pasado un episodio terrible y crees que ya no puede haber nada peor, la autora te demuestra que eso no es cierto, Que el pavor puede seguir extendiendo sus largas fauces hasta el infinito. Desde luego, por más que vayas preparado de desgracias y escenas sorbidas, la realidad resulta ser mucho más impactante cuando la tienes delante. de hecho, creo que el juego empieza con la propia sinopsis que aparece en la contraportada de , al menos, la edición española ( en la original ni idea). En ella se presenta este libro como la historia de cuatro amigos que viven en Nueva York y que se conocen desde jóvenes. Por un lado tenemos a JB, un artista de raíces haitianas y homosexual, egocentrico y seguro de sí mismo; a Malcolm, un arquitecto de ascendencia mixta y proveniente de una familia rica que no sabe lo que quiere; a Willem, un atractivo y simpático actor del Medio Oeste que ha perdido a toda su familia, y a Jude, un abogado brillante y reservado cuyo pasado brilla por su ausencia. Las primeras páginas de la novela sí que parece que va a ser la crónica de la relación y vida de estos cuatro personajes, que no sean presentados de una forma pausada y detallada. Pero apenas pasado el primer cuarto, elector comprobará que esta es la historia de uno de ellos. Dos de ellos, JB y Malcolm, terminarán relegados a los márgenes del libro y a ser menos secundarios. Porque todo girará en torno a él, a Jude St. Francis. Un hombre con un pasado tan traumático que se irá desentrañando mediante Flashback a lo largo de la novela, convirtiendo a los lectores en testigos mudos e impotentes de todo su dolor, infligido por gente desalmada y cruel; de sus deseos de evaporase hasta desaparecer; de su lucha compulsiva entre aceptar el amor que le ofrecen los demás y los sentimientos de asco e inferioridad que le acosan; de su necesidad de cortarse para sentir que puede seguir adelante. Pocas biografías, ficticias o reales, pueden resultar tan morbosamente crueles, tan angustiante. Jude es un personaje que acongoja y al que quieres proteger irremediablemente aunque sabes que no puedes, con el que sufres y cuyas vivencias desarman, de esos que llegan a tu vida para quedarse en tu recuerdo irremediablemente. + Leer más |