Tan poca vida

"Otra cosa que le encantaba de los trayectos diarios de la tarde era la luz, que llenaba el tren como algo vivo a medida que los vagones cruzaban traqueteando el puente, eliminando el cansancio del rostro de los pasajeros y revelándonos tal como eran cuando llegaron al país, cuando eran jóvenes y Estados Unidos parecía un lugar conquistable. Observaba cómo esa luz amable envolvía el vagón como el sirope. Contemplaba cómo difuminaba los surcos de las frentes, bruñía los cabellos grises de oro, suavizaba el agresivo brillo de las telas baratas volviéndolas lustrosas y refinadas. Y entonces el sol se iba, el vagón se alejaba indiferente, el mundo regresaba a sus tristes formas y sus colores corrientes, y los pasajeros volvían a su habitual estado lúgubre, un cambio tan brusco y cruel que parecía obra de una varita mágica". Tan poca vida está muy bien escrito, tiene párrafos muy lindos que son para enmarcar y cuenta historias de vidas muy duras que te darán pesadillas. Pero está más vacío que un chiringuito de la costa en Febrero. Haces un esfuerzo lector titánico durante más de mil paginas para luego pensar, y qué? En serio quieres que me crea la historia de Jude, JB o Willem? La de Malcolm te la compro porque seguro que la autora conoce a muchos chicos ricos como ella, pero Jude...ese Oliver Twist del siglo XXI que se arrastra atormentado desde una infancia infernal hasta la etapa adulta, llena de un éxito laboral, económico y sentimental incapaz de disfrutar porque sigue traumatizado. La falacia de la meritocracia ya no se la cree ni mi sobrino el pequeño. Aquí hay trampa, se ve la tramoya desde el patio de butacas. Y tanta fiesta y tanto nombrar a todos los amigos que van a las susodichas fiestas y los platos que cocinan. Para libros más largos que un día sin pan y que también hablan de ricos en Nueva York, prefiero El Jilguero de Donna Tartt. Porque prefiero los libros que te lleven de un sitio a otro, en vez de marearte dando vueltas en una rueda como un hámster.