Vozdevieja

MENUDA MARAVILLA DE LIBRO. Me he reído a carcajadas, he llorado emocionada, me ha tenido enganchada de principio a fin y me he visto reflejada en muchas de las situaciones que vivió Marina. Tal vez porque nuestros veranos casi coincidieron en tiempo y lugar. Porque las expresiones y las anécdotas me han resultado familiares a cada página. Porque tiene frases que me tatuaría en la piel (porque en el alma ya se han quedado para siempre). de verdad, Marina me ha robado el corazón. Pero puede quedárselo.

Cinco estrellas me parecen pocas para esta joya literaria.

‘Vozdevieja' es verano. Esos veranos cuando la infancia se está preparando para decir adiós, estas en pleno autodescubriemiento pero aún juegas con muñecas. Esos veranos con los abuelos, leyendo a escondidas lo que a ojos de los mayores aún no debes, donde entiendes más de lo creen y haces muchas preguntas, donde hay muchas palabras prohibidas, donde las amistades surgen de una mirada…
 
Desde Sevilla, en el verano del 93, oímos la voz de Marina, de nueve años. Si compartes tiempos de infancia con ella, es inevitable que la lectura te vaya desbloqueando recuerdos. Compartir referentes, helados y juguetes favoritos, momentos clave,… hace que leas con una sonrisa en la cara. Es a la vez una novela muy personal, donde Elisa Victoria ha cedido a la ficción retazos de su vida. Así, a pesar de mostrar retazos comunes a una generación, es también en cierta manera una obra íntima, que cuenta lo que ocurre de puertas adentro.
 
Si me quedo con algo de esta novela es la relación de Marina con su abuela. Tierna, auténtica, llena de detalles cotidianos que me hicieron “ver” esas escenas. Una mujer arrasada por la vida, la imagen propia de la resiliencia y el amor incondicional a la familia, de puertas abiertas (incluso la del baño), de las que te enseñan a no tener pudor si estás en confianza, a ser buena, pero no dejar que te avasallen. La abuela está tan bien creada, que la sentí de carne y hueso, lista para abrazarla y sentarme con ella a la mesa a comer sus croquetas.
 
A pesar de los buenos ratos que pasé leyendo ‘Vozdevieja' hay un detalle que me sacaba constantemente y es que la voz infantil no parecía tal en muchos ratos. Desde luego me hago cargo de que ciertos aspectos de la vida de la protagonista la han obligado a crecer rápido, a vivir en angustia, pero… no pocas veces no podía ver a una niña de 9 años. Eso sí, refleja de maravilla esa parte íntima (a veces escatológica) de sus juegos, descubrimiento, pensamientos más secretos. En cualquier caso, me quedó con lo mejor de Marina, su resistencia, su curiosidad infinita, su bondad y su inocencia.
 
Un retrato muy acertado de una infancia llena de inestabilidades familiares pero rebosante de amor. Que muestra situaciones complicadas con ausencia de patetismo. Un libro colorido y divertido en apariencia, pero donde, según avanza la historia puedes conocer el dolor que subyace en la casa de Marina, las ausencias, los cambios constantes, el vivir con el miedo a la pérdida. Un libro que te das cuenta de lo bien que está escrito cuando piensas, que distinta sería la aproximación a la historia, si sin cambiar nada de la trama, la narradora fuera, por ejemplo, la madre de Marina. Es habitual que como adultos tratemos de mantener a los niños ajenos de los problemas, pero ¿realmente lo logramos? He sentido este libro como un buen recordatorio de que los niños, son niños, no idiotas. Y en cierta manera… mi conclusión es que la novela va de eso, de recordarnos que en la infancia también somos personas: empáticas, avispadas, atentas a lo que nos interesa y además, diría que con un sexto sentido para detectar cuando algo va mal, bastante más agudizado que cuando crecemos.
 
También es bueno saberlo, no hay una gran trama en esta novela, no hay un misterio / conflicto / gran lección y una resolución, no. Una novela intimista con toques nostálgicos que me hizo reír en varias ocasionas y en otras arrugar la nariz (“¿de verdad tenías que contar esto con tanto detalle?”). No se cuela en mis favoritos, como yo esperaba, pero me hizo pasar un buen rato leyéndola. Y sin duda, seguiré con la autora porque saco en claro que tiene la pluma afilada, preparada para tocar donde duele, emociona, o donde no queremos mirar.

Tenía este libro pendiente en mi estantería desde el año pasado y ya por fin le llegó el turno. Es lo primero que leo de esta autora, pero había visto varias críticas (buenas) en su momento de este libro y del de “Evangelio”.

“Vozdevieja” nos sitúa en 1993 en Sevilla. Marina es una niña de 9 años bastante madura para su edad, quizás porque pasa más tiempo con adultos que con niños de su edad, o puede ser porque le ha tocado vivir una circunstancia difícil, la de tener una madre enferma que tiene que pasar temporadas hospitalizada. A esto se le junta el estar en una etapa vital complicada, el paso de la infancia a la edad adulta, el momento en que otra niña algo más mayor le dice que tiene que dejar de llevar vestido, pero al mismo tiempo aún quiere seguir jugando con las Chabel.

El verano está por empezar y el mundo de Marina tiembla porque si los resultados de su madre son malos, se plantea la posibilidad de meterla en un internado religioso. Debido a ello tendrá que bautizarse de forma tardía y entrar en contacto con una religión de la que no sabía nada. Por suerte podrá escapar del tórrido verano sevillano yéndose unos días a la playa, primero con su abuela y los amigos de ella, y más tarde con su madre y su novio Domingo. Y, aunque parece que el libro no cuente nada del otro mundo, hay algo muy especial en ir descubriendo todo a través del pensamiento de Marina, que se mueve entre lo cándido y lo mordaz, entre lo ingenioso y lo tierno.

Me ha gustado poder volver de la mano de Marina a aquella época en la que se comían bocatas de chorizo y filetes empanados, en la que aún existían la cadena Continente o las recreativas, el tiempo en que se intercambiaban cromos y no existía la información al instante pero la televisión estaba permanentemente encendida, aquellos veranos infinitamente largos…Pero hay algo que no ha terminado de convencerme, y es que la historia se plantea como si fuese la voz de esa niña de 9 años, pero en realidad se nota que quién habla es alguien más mayor con la voz del recuerdo, la voz de un adulto que ha reflexionado a posteriori sobre sus vivencias. En cualquier caso, es una historia bonita y entretenida, que a algunos nos despierta recuerdos de infancia.

Tenía muy pendiente conocer a esta autora, me habían hablado muy bien de ella y de su forma de escribir y ha sido todo un acierto.

¿Alguna vez les han dicho o han escuchado la expresión " parece una viejilla" refiriéndose a niños? Bueno de donde yo soy es una expresión común y se refiere cuando vemos a niños con comportamientos más adultos o que se siente más cómodo entre adultos que con gente de su edad.

Esta es la expresión que utilizaría para Marina nuestra protagonista.

Marina es una niña de 9 años con expresiones de persona muy mayor ( esto puede llegar a chocar bastante en alguna ocasión) ya que se desenvuelve mejor entre adultos como su abuela o hablando con el novio de su madre que con niños de su edad, con una escritura costumbrista que a mí personalmente me ha parecido cercano ha hecho que la lectura se me hiciera muy amena, como si escuchara la historia de alguien sentados en una silla en la calle a las últimas horas de la tarde de un verano cualquiera a la sombra.Me ha parecido muy tierno algunas partes y conversaciones que tiene con su Madre, y la visión que nos da de una niña que ve el mundo de otra forma, el mundo de una niña con ojos de adulto y deseos infantiles .

Sin duda quiero leer más y «El evangelio » lo tengo ya fichado ( se que se está cociendo algo nuevo por parte de la autora y también me muero de ganas de saber que nos tiene preparados)


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Otra editorial con títulos que se salen de lo comercial y que destacan por su calidad. En este caso, con esta novela de una jovencísima escritora sevillana. Original ya desde su portada, que como indica ella misma, es el estampado de su vestido favorito de la infancia que le confeccionó su abuela. La protagonista, una niña de 9 años muy avispada y que te acaba enamorando, nos cuenta su día a día, sus vecinos, sus compañeros de clase,... y nos hace mirar la vida desde los ojos de la infancia, pero no de una infancia ñoña y edulcorada, sino una infancia llena de curiosidad por el sexo, por el mundo de los adultos, bastante escatológica incluso. La niña vive junto a su madre enferma, y el novio de ésta, pero pasa mucho tiempo con su abuela, con la que tiene una relación maravillosa, su abuela es divertida y cariñosa, espontánea, incorrecta, que se sale de todos los cánones y que es otra gran protagonista del libro. Ambientada en la Expo del 92, es tremendamente divertida, natural, fresca, provocativa, llena de chispa, tierna hasta hacerte llorar y original a más no poder.

Admiro a los escritores que son capaces de construir un libro entero sin ceñirse al clásico esquema de introducción, nudo y desenlace. Si ya es difícil novelar una historia, más lo es escribir sin contar una. Así es Vozdevieja. Un relato sin principio ni final. Una narración sin una historia.
Pero quizás por eso resulta tan próxima, porque todos hemos sido niños (aunque quizás no tan precoces como Marina). Ahora, desde la atalaya del tiempo es fácil evocar una infancia feliz y despreocupada pero casi todos sabemos, y podemos esforzarnos en recordarlo, que tampoco todo fueron luces en aquellos tiempos. También lo pasamos mal, tuvimos miedo, fuimos incomprendidos y pasamos vergüenza. Ahora, como adultos, el miedo, la vergüenza y la incomprensión de un niño son solo eso: cosas de niños. Pero cuando uno es niño el sufrimiento es real y casi siempre solitario. Creo que ha sido muy hábil la autora haciendo un ejercicio de suplantación y otorgando a una niña de 9 años la capacidad expresiva de un adulto. Logra así de forma muy eficaz recordarnos que la infancia también fue en ocasiones una mierda. Y que por mucho que nos desgañitábamos, los demás sólo veían a un niño quejándose por cosas sin importancia. No cuesta mantenerse en la historia que nos narra Elisa Victoria y eso es un gran mérito porque no existe trama. Y aunque la precocidad de Marina en ocasiones me ha parecido excesiva (quizás porque yo siempre fui un niño muy inocente) ha logrado dejar en mi, supongo que intencionadamente, un poso de memoria agridulce.

Si algo descubrí con esta novela acerca de Elisita Victoria es que tiene una mente peculiar. Vozdevieja es fresca y divertida, tierna y cruel a partes iguales, profunda a ratos. Con el monólogo interior de de una niña, tan inesperado, fresco, natural y verdadero que no tienes más remedio que rendirte a su lectura. Me ha hecho viajar a mi infancia y descubrí que compartía con ella esos rincones oscuros de la infancia de los que nunca hablan los adultos, esos que un día dejamos olvidado en un rincón perdiendo una gran parte de realidad. Chapeau.

Menuda decepción me he llevado con este libro al que le tenía muchísimas ganas.

El libro nos relata un verano (en el año 93) en la vida de una niña de 9 años. Y ya está.

El problema ha venido en que me llevé todo el libro esperando que sucediera algo, y no sucede, aparte de otros muchos.

Marina, la protagonista de la historia, una niña de 9 años, y recalco la edad, está obsesionada con la sexualidad, el sexo, las revistas y pelis porno y demás, no es un problema, pero me parece que no es acorde a la edad de la niña, que es demasiado temprano para despertar esta obsesión, y puede ser que en una niña se produzca, pero generaliza y no creo que los niños a esa edad tengan la sexualidad tan, tan despierta.

El segundo problema es que se supone que es generacional, de una Sevilla post Expo, pues bien, yo en el 93 tenía 8 años y soy de Sevilla, por eso tenía ganas de leerlo, me iba a evocar a mi infancia, pues pinchazo, no me he sentido para nada representada, ni en las relaciones de Marina con su abuela, ni con su madre (relación que se le podía haber sacado mucho jugo y se quedó también en la nada), ni me vi representada en la ambientación, lo mismo podría haber sido en Sevilla que en Guadalajara.

Otra cosa que me molestó es que la autora es muy escatológica, personalmente ni me hacen gracia las bromas escatológicas ni es un tema que me interese, y si es una vez vale, pero no se cuantas veces describe Marina en el libro como caga o las ganas que tiene de cagar...

En fin, que no me ha gustado nada, que tiene dos estrellas porque la autora no escribe mal y me lo terminé porque una amiga me lo prestó con todo su cariño y no quería dejarlo a medias.

Puede que tenga predilección por los libros narrados por niños, pero es que este es otro nivel, amigas. Marina es a la vez única y como el resto, se expresa como una persona mayor pero su mundo interior es el de cualquier niña de nueve años.

Durante toda la novela me he reído mucho con Marina, su forma de contar las cosas, con un punto de vista infantil pero a través de un lenguaje ya no de adulto, sino de señora mayor. Porque la niña pasa mucho tiempo con su abuela, y algo se le tiene que pegar a la pobre. En sus pensamientos, Marina dice palabrotas y expresa deseos guarrísimos, pero de cara al exterior sabe comportarse como cualquier niña. Porque, reconozcámoslo: todas hemos pensado una cosa y dicho otra de pequeñas. Todas teníamos ganas de decir palabrotas pero no nos atrevíamos.

Además, Marina tendría unos cinco años más que yo, así que compartimos generación, lo cual me ha acercado mucho más a ella: filetes empanados, liar croquetas, jugar con muñecas, vacaciones en el mar, hacer amigas de verano, llevar vestidos cosidos en casa, ver VHS en la habitación de estar… Me he sentido muy identificada en muchos puntos del libro, y me ha resultado una bonita manera de recordar mi niñez a través de los ojos de Marina.

No puedo poner ningún pero al libro, de hecho cuando salió hubo tanto tirón que preferí esperar acontecimientos. Y ahora que por fin le he echado el guante, quiero leer más novelas de Elisa Victoria. Una experiencia lectora de diez.

Ya he señalado en varias ocasiones que Elisa Victoria es una de mis autoras contemporáneas favoritas. Coger uno de sus libros en mis manos implica devorarlo. Me gusta mucha su estilo, directo, sin filtros, entrañable, costumbrista y a la vez moderno, políticamente incorrecto, jugando por momentos con los límites entre lo explícito y lo vulgar.

En esta ocasión, nos adentramos en los pensamientos y vivencias de Marina, una niña peculiar que encuentra su refugio entre las dos mujeres que marcan su existencia: su madre y su abuela. Y qué bonito vínculo se esconde entre ellas.
A Marina le cuesta sentirse cómoda entre determinados grupos de personas, se mueve como pez en el agua entre los ancianos amigos de su abuela y sin embargo en ocasiones encuentra difícil encajar entre chiquillos de su edad.

En esta novela, esta carismática protagonista nos relata un verano de los 90 en el que se ve obligada a instalarse con su abuela mientras su madre lidia con una enfermedad y lo hace sin tapujos, moviéndose alrededor de temas como la sexualidad, la política, la infancia, que rápidamente a su entender queda olvidada por los adultos, o la ausencia de una figura paterna.

Mientras leía este libro, no podía evitar pensar cuánto de su propia vida habrá volcado la autora en él. Es una novela que se siente muy real, cargada de vivencias cotidianas que trasladan fácilmente al lector a la época y el lugar.

Diría que me ha gustado incluso más que “El Evangelio”. de momento me he leído tres novelas de la autora y estoy deseando que vuelva a publicar, porque es de esas escritoras de las que quiero leer todo.