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Joan Parra Contreras (Traductor)
ISBN : 8433966669
Editorial: Editorial Anagrama (30/09/2000)

Calificación promedio : 4.17/5 (sobre 83 calificaciones)
Resumen:
Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se repite dur... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (33) Ver más Añadir una crítica
rafaperez
 10 December 2022
El viaje introspectivo que propone Bernard Schlink me ha tocado un pie, o, por las dudas, no me importa, no me llama la atención y en ocasiones me estorba.

Bien planteadas sus reflexiones, con mucha lógica y perfectamente entendibles, pero me dan igual y me hacen bostezar.
Me refiero a todo pensamiento que sale del argumento y que si bien es ropa de calidad ni me abriga, ni es vestuario para la ocasión y me rompen una lectura agradable que mejora mucho en su tramo final.

En cuanto al meollo del asunto, para empezar lo de Hanna tiene nombre y es un delito.
Abuso de menores, psicológico, pues aun cuando las relaciones sexuales son consentidas, nuestra revisora de trenes las utiliza para manipular y humillar a Michael, adolescente de 15 años, y a esta edad sin más enfoque ni experiencia y con la vulnerabilidad a flor de piel, marca y mucho.

Todo el libro es una muestra de ello, y de su incapacidad por adaptarse a ningún tipo de relación en pareja, a un cargo de conciencia y sentimiento de culpa de amar al monstruo o al mito sexual.

El lector es una buena novela con multitud de detalles, excelente prosa, estructura y ejecución, con un enfoque distinto sobre los juicios posteriores a las barbaridades cometidas en los campos de concentración y donde lo mejor, se lee en voz alta.

Muy abierta, donde cada lector puede hacer su interpretación y al que le llegará de forma muy distinta.

En mi caso, pese a empatizar con Michael en algunas cosas, no fue suficiente, me quedé sin héroe a mitad de camino, y aunque el libro merece la pena, no va a quedar entre mis grandes obras.

Otras veces juraría sobre la tumba de Trajano por recomemdar o no, en este caso no me atrevo, le veo las bondades al texto, pero algo no ha terminado de hacer la conexión entre el escritor y la boina que llevo puesta.

¿Habré perdido paladar?
Para esto, sinceramente me voy con mis lanzas...



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MaribelCalle
 27 May 2022
Durante más de un año tenía pendiente esta novela. La he visto leída muchas veces por aquí y lo primero que puedo decir es que me ha sorprendido tanto que aún hoy es difícil hablar de ella sin limitar toda su dimensión.
Aun siendo tan corta daría para tres argumentos o novelas distintas, a saber.
Una encuentro casual entre un adolescente y una guapa señora que le dobla la edad , terminará en una relación que combina literatura y deseo durante un tiempo y que luego desaparece como si no hubiera ocurrido nunca.
Un estudiante de derecho es testigo de un juicio en el que se determina la culpabilidad en un acto cruel e inhumano en la triste etapa de la Alemania nazi y su personal manera de tratar a los prisioneros que no se encuadran en sus preceptos.
Tras casi dos décadas en la cárcel , una mujer está a punto de salir al mundo libre para enfrentarse a lo mejor y lo peor de una historia que no ha vivido.
Cada una de estas partes nos presentan un dilema moral que difícilmente no te planteas mientras vas leyendo y que vas cambiando según vas avanzando en la historia y que te llevará a plantearte si en una relación amorosa ocasionan no hay límites legales y éticos, si las dos partes viven igual y está n preparados del mismo modo para una relación. Por otra parte, ¿ somos responsables de nuestros actos independientemente de los motivos que nos lleven a estar en un momento y en un lugar determinado?. ¿ Existe la redención, el arrepentimiento y son éstos suficientes para saldar las cuentas de nuestros actos?,
Con una prosa magnífica, una secuencia dinámica y un final muy muy emotivo , solo puedo decir que este autor me ha conquistado con esta novela que puede gustar o no, pero que es muchas cosas , pero no insulsa y que da para cuestionar muchos aspectos.
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laurass89
 29 September 2018
EL LÍMITE DE LA CULPA. RELEYENDO EL LECTOR DE BERNHARD SCHLINK

Han pasado muchos años de mis peores elecciones vitales. Cuando elegimos pensamos en el presente, quizá en un futuro no más allá de cinco o diez años. En mi caso, han pasado siete y todavía me come la culpa por algunas de mis decisiones. Estas malas elecciones, que en principio no tienen más transcendencia que para el individuo, se potencian si las hace una nación en su conjunto. En este sentido, en una ecuación matemática que me supongo, se deduce que la culpabilidad habrá de prolongarse más en el tiempo, pero ¿hasta cuándo?

Esta es la cuestión que sobrecoge a nuestro autor, Berhard Shlink, en su obra El lector. Juzgada y basado su atractivo en la relación de una mujer adulta con un adolescente, la novela oculta más. Schlink, profesor de leyes y juez alemán, a través de la figura de Michael Berg, nos ofrece una reflexión sobre la actuación de las generaciones siguientes a propósito del holocausto nazi. La culpa, el arrepentimiento y el desconocimiento gobiernan la novela que quiere ir más allá de la pura lógica judicial, planteando de manera objetiva la participación de ambas partes. No lo limita a un simple y moralista «culpables», sino que supone una exploración sin dolor del porqué de los hechos y las circunstancias.

¿Cómo podemos contarlo?

Por ello, considero que el tema es lo suficientemente contundente como para dejaros por primera vez una verdadera sinopsis. Aunque parece que hay spoilers, de verdad, no hay. Los spoilers de la novela serían otra cosa, indagad.

Alemania, pasada ya la Segunda Guerra Mundial, un chico de 15 años enferma de camino a casa desde el colegio y es socorrido por una mujer desconocida que lo acompaña a casa. Cuando se recupera Michael acude de nuevo a casa de Hanna para agradecerle el gesto y es en ese momento cuando empieza la relación sentimental entre ambos, hasta que Hanna desaparece.
Pasado el tiempo, cuando Michael está a punto de terminar su carrera como abogado, se matricula en un seminario sobre Auschwitz gracias al cual acude como público al juicio a unas guardianas de los campos de trabajo. En él vuelve a ver a Hanna, una de las acusadas, una de las guardianas. Durante el desarrollo del juicio Hanna confiesa sus actos, aunque poco a poco empezamos a ver ciertas incoherencias entre la acusación, los testimonios de Hanna y los del resto de las acusadas. En este momento el juicio tiene un parón y Michael aprovecha para acudir a un campo de trabajo, el de Struthof, buscando comprender y poder condenar el crimen de Hanna. Acabado el juicio, Michael continuará con su vida.
Dieciocho años después, Hanna se suicida en la cárcel un día antes de su puesta en libertad. En la carta de despedida Hanna pide que Michael entregue su dinero a una de las supervivientes. Así, Michael viaja a Estados Unidos para reunirse con ella. La superviviente no concede el perdón a Hanna, pero permite que el dinero se entregue en nombre de la mujer a una asociación judía contra el analfabetismo
Como podemos ver la posibilidad de tratar la culpa parte de dos pilares: el amor y la educación. El amor es la primera relación culpable de Michael y la última de Hanna, la educación es la excusa para que todo esto suceda. Para que comprendamos al otro.

La historia en sí misma es una novela de formación. En ella se nos permite ver la evolución del protagonista, Michael, desde su adolescencia hasta su madurez tardía. En todo ese proceso, podemos ver a través de los sentimientos que aloja en sí Michael, no solo por Hanna, sino también por sus compañeros y por su pueblo, lo difícil que es culpar a alguien que queremos y peor, que somos. Michael no deja de ser un muchacho alemán que ha sido criado por quienes callaron en su momento, los que fingieron no ver. En ese sentido, la parte del juicio es la más reveladora, puesto que alguno de sus compañeros critican abiertamente la actuación de sus padres, libres de culpa ellos supuestamente. Pero es que somos nosotros los que juzgamos, ¿no? ¿Nosotros hemos de perdonar?

Sinceridad como modelo narrativo

Aunque no sabría cómo llamarlo, si sinceridad o ingenuidad, sin duda este es el gran punto que a día de hoy hace que vuelva al libro y lo repiense. Lo fundamental de esta novela es que nos permite, de una manera real, que juzguemos por nosotros mismos.

Increíblemente Schlink lo consigue desde el principio de la novela de una manera muy sencilla: cede su voz al protagonista. Aunque puede parecer que el recurso es fácil, son muchos los escritores que dando voz a sus personajes no pueden dejar de traslucirse en ellos (por poner un ejemplo, Naomi Alderman). Sin embargo, la narración de Michael Berg sobre la culpa permite que el lector entre libre de prejuicios en la cuestión y se adentre con la misma ingenuidad que gobierna al protagonista.

Poco a poco el protagonista, a través de su relación afectiva, va asumiendo lo que es la culpa, lo que es no prever las consecuencias, lo que es conocerlas y aceptarlas aún con esas. Desde ese primer acercamiento no agresivo, lento y bien expuesto, y enmarcado en la inexperiencia de la juventud, pasamos a una culpa más compleja. La culpa de Hanna

Con ella, la culpa no se justifica, como podríamos pensar en un principio. No se maquilla en ningún momento el acontecimiento tratado, el holocausto. de hecho, lo que hace que podamos acercarnos a esa perspectiva de la culpa, la simpleza de Hanna Schmidt, refleja aún mejor y quizá con más crudeza lo sucedido en los campos de trabajo, ella no se sentía culpable en ese momento.

Y las perspectivas no terminan, tenemos también testimonio de las víctimas que ofrece su visión del no perdón. No se puede perdonar de ninguna manera lo que ha sucedido. Con esto y con el final del libro, en el que el autor no emite juicio alguno en boca de Michael, se permite que el lector sopese todo lo que se ha desarrollado y se plantee qué haría en su lugar. ¿Perdonaríamos la culpa que recae sobre nuestros padres? ¿Somos los indicados para perdonar? ¿Seguimos siendo nosotros culpables?

La culpa en los personajes

Esta sinceridad de la que he hablado más arriba no implica que los personajes sean simples o no tengan responsabilidades. Ambos hacen mal, como veremos a continuación, y esa culpa individual se aúna a la culpa y castigo que el pueblo alemán ha soportado.

Narrada en pasado a modo de memorias, el narrador-protagonista, Michael Berg, realiza un flashback desde el presente. Así consigue el narrador, adulto y con su vida hecha, que conozcamos a su yo del pasado, un muchacho ingenuo, curioso y feliz con su relación con Hanna, aunque también incómodo e inexperto. Poco a poco este muchacho limpio comenzará a sufrir las consecuencias, ya que evoluciona a un hombre incapaz de mantener una relación con una mujer. de esta manera el personaje justifica su propia caracterización psicológica, es un hombre que evolucionó al margen de lo social. Porque todo esto conlleva para él una desgracia: ¿cuánto tiempo podemos culpar a alguien?, ¿cuánto tiempo podemos o debemos sentirnos culpables?

Frente a él encontraremos a Hanna, una mujer adulta que ronda la treintena y que parece no tener pasado. Su relación con Michael supone una segunda oportunidad, aunque esto no lo sabremos hasta casi el final de la obra, por lo que su evolución se efectúa de manera abrupta durante el juicio y su estancia en la cárcel. En esos momentos, cuando descubrimos el pasado de Hanna, entendemos su comportamiento con Michael. Lo que resulta de esta revelación de culpas es que la carga de Hanna es otra completamente diferente, más compleja. Y Michael cae abatido por ello. Ya no puede culparla, ha quedado solo él con su culpa. Y parece que nosotros la libramos de la culpa también.

Sin embargo, el autor no deja de explicarnos que esto no es cosa de individuos. Michael acarrea la culpa de su juventud y Hanna la inexperiencia en los campos de trabajo, pero en la novela hay asuntos mayores. Así encontramos que los personajes corales, es decir, el resto de acusadas y el aparato jurídico, cumplen la misión de reflejar las justificaciones del pueblo alemán sobre el holocausto y las acusaciones sobre el holocausto, respectivamente.

No es para tanto

Reconozco que la obra no es para tanto. La lees un par de veces y ya has explorado todo lo que te puede dar.
A nivel técnico, en los pasajes narrativos el ritmo es ágil y fluido, pero hay algunos pasajes que no aportan contenido a la trama o aportan poco para el gran desarrollo que se contempla (sobre todo teniendo en cuenta que lo que aportan es deducible). Los pasajes oníricos y los monólogos interiores son reveladores, la verdad, pero frenan muchísimo el hilo de la novela y nos dejan en una reflexión suspendida.

Por otro lado, en la obra se relatan una serie de crímenes nazis los cuales, según algunos críticos, están muy atenuados por lo que el autor caería en falsificación histórica. Ahora bien, debemos reconocer que nada de lo que cuenta es falso y que la intención de la obra no es explicar cómo era la vida en los campos sino las consecuencias a posteriori en las siguientes generaciones, explicar qué posibles circunstancias pueden llevar a una persona que no es inherentemente malvada a ejecutar esos crímenes y, por último, cuestionarse las ideas de culpa y perdón.

Finalmente, cabe reconocer que la libertad que nos ofrece para reflexionar sobre la culpa podría conllevar como punto negativo que el protagonista parezca quedar a la deriva una vez que la causa de esa culpa, Hanna, desaparece. Sin embargo, y como esto va de culpas creo que este punto negativo de lo mejor de la novela es culpa nuestra. El límite de la culpa es que no hay límite, que lo determinamos nosotros. Y aún somos unos niños que tienen miedo a no sentirse culpables.
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Paloma
 10 February 2018
"Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos.”

Ésta es una historia de amor, de pérdida, de culpa, de erotismo, de aprendizaje, de horror. Me ha parecido extraordinaria la manera en que Schlink logra construir una historia, si no de amor, sí sobre la relación entre dos seres humanos cuyos caminos se intersectan en un punto y cambian para siempre, al tiempo que reflexiona sobre el impacto que un terrible hecho histórico tiene sobre un país, su gente y su futuro.

Michael Berg conoce a Hanna Schmitz una tarde en la que él, en una crisis de hepatitis, vomita y está a punto de desmayarse fuera de su edificio. Ella, una mujer de 36 años, ayuda al joven de apenas 15 a limpiarse y recuperarse y lo lleva a casa. Michael regresa para agradecerle y de esa forma, se asoma por primera vez a los secretos de la atracción hacia una mujer: el descubrimiento de otro cuerpo, lo sensual de un gesto, lo erótico de una mirada.
Sin ningún tapujo, se vuelven amantes y al poco tiempo, desarrollan una extraña costumbre: ella le pide que le lea libros antes de tener relaciones, el preámbulo amoroso. Así suceden varios meses, en los que Michael vive sólo para los momentos en que se encuentra con Hanna y que evoluciona a una especie de relación –viajan juntos, ríen, pelean. Y aunque desde el principio se sabe sin esperanza, el día que Hanna se marcha sin despedirse, la vida del adolescente cambia de manera irremediable. Como él mismo describe, adoptó una actitud de fanfarronería y superioridad, esforzándose por mostrarse como alguien que no se dejaba afectar ni conmover por nada ni nadie.

Siete años después, siendo estudiante de derecho, Michael vuelve a ver a Hanna durante su juicio como criminal de guerra –Hanna había pertenecido a las fuerzas de la SS y sido guardia en dos campos de concentración. Ella, ésa mujer que Michael había percibido como dura, fría, distante a pesar del amor, había sido parte, o había sido, el horror.

Y es aquí en donde la novela da un vuelco, pasando de una historia de amor a una reflexión sobre las acciones de personas, hombres y mujeres que parecían tan comunes y corrientes y que, sin embargo, fueron parte de uno de los momentos más crueles y oscuros de la historia de la humanidad –el Holocausto. Si bien el libro no entra en detalle sobre los crímenes de Hanna, entendemos que fueron terribles; que hubo testigos, sobrevivientes que la señalan e incluso, otras de las mujeres juzgadas, la acusan de ser quien les ordenaba actuar de tal o cual manera. Sin embargo, se sabe también que Hanna escogía, en el campo de concentración, a mujeres a quienes llevaba a su habitación y les pedía que le leyeran en voz alta.

Michael pronto se da cuenta que la gran culpa, el peor crimen para la propia Hanna no había sido su actuar en los campos de concentración –de hecho, quedé con la impresión que el personaje no siente algún tipo de remordimiento– sino el ser analfabeta. En su afán por esconder esta verdad, Hanna tomó decisiones que la llevar a unirse a la SS y ahí, a cambiar su destino. Michael entonces se debate entre juzgar a esa mujer, o comprenderla y perdonarla por sus crímenes. ¿Tuvo ella la culpa? ¿Sus circunstancias la llevaron a tomar una decisión equivocada? Pero, ¿podría ella no saber que actuaba mal cuando evidentemente eran acciones atroces, que terminaron con vidas humanas?
En este punto Schlink explora el peso de la memoria histórica del nazismo en las siguientes generaciones de alemanes, planteando la gran carga moral y social que implicó. Un pasaje que me impactó es cuando Michael platica con un hombre quién lo está llevando a un campo de concentración y al saber por qué quiere visitarlo, el hombre le dice:

“El verdugo no obedece órdenes. Simplemente hace su trabajo; no odia a las personas a las que ejecuta, no lo hace por venganza, no las mata porque se interpongan en su camino o lo amenacen o lo ataquen. le son completamente indiferentes. Tan indiferentes, que le da lo mismo matarlas o no matarlas.” (p. 143).

Si no todos los que fueron parte de la maquinaria nazi odiaban a los judíos, ¿entonces cómo pudieron asesinarlos? ¿Qué es más monstruoso entonces, el odio hacia un pueblo o la indiferencia que convierte al ser humano en máquinas, incapaz de discernir entre el bien y el mal? La respuesta no es fácil y quizá hoy en día Alemania, y el resto del mundo, continúa intentando descifrarla –y la historia reciente nos ha mostrado otras cosas en los que la indiferencia ha sido la peor cómplice.

Creo que Hanna es un analogía de la guerra –así como ésta destruyó y marcó a una generación, así esta mujer marcó a Michael por siempre. Aunque pasaron los años, él jamás aprendió a ser feliz tras perderla –obsesión, amor, no resulta claro– pero lo que fuera, la esencia de Hanna siempre lo persiguió y no le permitió amar verdaderamente a otra mujer. Cuando la reencontró, no sólo recordó la relación amorosa sino que Hanna le hizo enfrentar la historia de su país, de culpas, de crímenes innombrables con el resultado determinante de que Michael nunca pudo ser genuinamente libre.
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Inquilinas_Netherfield
 03 September 2018
Después de una semana de vacaciones blogueras, que ya tocaba, vuelvo con El lector, una historia que conozco desde hace años porque vi la película que la adaptaba en el momento de su estreno (diez años han pasado ya). Me gustó mucho, y llevaba tiempo detrás de leer la novela. Se me ha presentado la oportunidad gracias al reto Serendipia, y las oportunidades hay que pillarlas al vuelo.

La narración, en primera persona, corre a cargo del protagonista de la novela. La historia comienza cuando Michael Berg, un adolescente de quince años, conoce por casualidad a Hanna, una mujer que le dobla la edad y con la que pronto comienza una relación secreta y a escondidas, viéndose casi siempre en el pequeño apartamento de ella. Siguen una pauta muy determinada (primero se bañan o duchan, luego tienen sexo y después Michael le lee a Hanna clásicos de la literatura, aunque el orden de estas tres cosas comienza a variar conforme avanza la relación) hasta que de repente un día Hanna, de la que apenas sabe nada, desaparece sin dejar rastro y sin despedirse. Años después, mientras Michael estudia Derecho, comienza un juicio contra varias mujeres acusadas de matar a cientos de prisioneras durante su época de guardianas de la SS en campos de concentración. Michael asiste a las vistas de ese juicio como parte de un seminario y, en la primera sesión, reconoce a Hanna entre las acusadas. Michael jamás superó el abandono de Hanna, y este juicio no solo le obliga a enfrentarse a un pasado que todavía no ha superado, sino que le ayuda a comprender a una mujer de la que se enamoró apasionadamente, que le marcó para siempre, pero a la que jamás llegó a conocer.

En realidad son tres los tiempos de narración que aparecen en la novela, y que corresponden a tres etapas en la vida del protagonista: cuando es adolescente y conoce a Hanna, cuando ya es un adulto universitario y la reencuentra en el juicio, y cuando ya es un hombre que ronda los cincuenta años y decide retomar el contacto con ella, y que es en realidad el narrador en modo retrospectivo de toda la trama. Así que por un lado tenemos a Michael, un adolescente de 15 años inexperto que vive su relación con Hanna con una pasión y una intensidad propias de su edad. Vive esos meses de un modo tan profundo que, cuando Hanna desaparece de su vida, es incapaz de volver a sentir lo mismo por otra mujer e incluso de volver a confiar y entregarse plena y emocionalmente a nadie. Vive, pero su alma se quedó en aquel pequeño apartamento para siempre. Cuando Hanna reaparece, y lo hace en las circunstancias en las que lo hace, comprende cosas que su inexperiencia e ingenuidad vitales le impidieron sospechar en su momento, aunque las evidencias estaban ahí, con luces de neón. El lector las intuye desde el principio; Michael simplemente es demasiado joven y está demasiado cegado por su despertar sexual como para reparar en ellas.

Por otro lado está Hanna, a la que realmente no llegamos a perfilar hasta su reaparición en la vida de Michael. Sí, antes está ahí, pero solo es una mujer de treinta y seis años que mantiene una relación con un adolescente de quince, que le pone como condición la lectura en voz alta de clásicos para tener sexo con él, y que llora, sufre, se emociona y vive la literatura con una sensibilidad tan intensa y pura que parece estar solo al alcance de unos pocos privilegiados. La Hanna que conocemos muchos años después se desvela como una mujer que ha vivido toda su vida avergonzada, y cuya vergüenza, ese orgullo por ocultar a ojos del mundo sus carencias, la ha llevado a la fatal situación en la que se encuentra. Hanna es una mujer muy, muy compleja a la que el autor no nos deja conocer del todo; solo captamos destellos, detalles, pinceladas recogidas aquí y allá por la visión de Michael, pero suficientes para hacer que el lector vislumbre los grises en situaciones que a primera vista pueden parecer de blancos y negros, y busque en su interior un perdón o una compasión que a priori le parecerían impensables.

Sí quiero puntualizar una cosa sobre esta novela. El lector forma parte de los programas de estudios alemanes casi desde su publicación, así que resulta evidente que hoy por hoy se toma como base para estudiar la Alemania de la posguerra y adentrarse en cómo se enfrentaron a aquellos años tanto la generación que vivió la guerra (y consintió todo lo que ocurrió en ella, ya fuese de forma activa o pasiva) como la siguiente generación, la de sus hijos, que bregan con la noción de que sus padres, sus abuelos, sus familares adultos, supieran lo que estaba pasando y mirasen hacia otro lado. Tal y como digo, el componente de la Segunda Guerra Mundial es evidente e inevitable... pero no es un libro sobre la Segunda Guerra Mundial. Es la historia de Michael, la historia de Hanna, la de ambos juntos y la de ambos por separado, sobre todo la de Michael post-huracán Hanna, un huracán del que jamás se recupera, y la de Hanna y sus malas decisiones provocadas por el orgullo mal entendido y la vergüenza mal gestionada. En esencia es una historia de amor diferente y triste, y no solo de amor entre dos personas, sino hacia los libros... un testimonio sobre el perdón y la indulgencia, y, en definitiva, una lectura muy, muy recomendable de la que he intentado no decir nada más de lo conveniente, aunque quien haya visto la peli ya sabe por dónde van los tiros.

Y es que os iba a hacer una reseña combo, pero después de leer el libro la considero innecesaria porque la adaptación de 2008 es de esas que siguen casi al pie de la letra la novela original, así que poco os podría comentar que no haya dicho sobre el libro en sí mismo. de todos modos no puedo dejar pasar que el trío protagonista está fantástico (el Oscar a Kate Winslet fue más que merecido), y que la película en sí, dirigida por Stephen Daldry, es una buenísima adaptación de la novela. Dejando a un lado el hecho de que la novela está narrada en primera persona y que eso es imposible trasladarlo a la pantalla, el 85% del libro está ahí (aunque tras leerlo admito que echo en falta algunas escenas que en la película no aparecen y que son muy importantes en la historia). Veréis por las fotos que la tengo original, y la verdad es que ocupa mi estantería desde hace años; es una muy buena película :)

Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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Citas y frases (17) Ver más Añadir cita
TomSawyerTomSawyer08 June 2023
Se que me parecio hermosa.Pero no consigo evocar su hermosura.
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CienletrasporlatidoCienletrasporlatido28 October 2018
«Años más tarde comprendí que lo que había cautivado mi mirada no había sido su figura, sino sus posturas y sus movimientos. Durante un tiempo, cada vez que tenía novia le pedía que se pusiera medias, pero no me apetecía explicar el motivo de mi ruego, revelar el enigma de aquel encuentro entre la cocina y el pasillo. Así, todas entendieron mi ruego como un capricho, una afición a la ropa interior picante, una extravagancia erótica, y cuando complacían mi deseo, se deshacían en poses coquetas. Y no era eso lo que había cautivado mi mirada. Ella no posaba, no coqueteaba. Tampoco recuerdo que lo hiciera ninguna otra vez. Recuerdo que su cuerpo, sus posturas y sus movimientos me parecían a veces torpes. No es que fuera torpe. Más bien parecía que se recogiera en el interior de su cuerpo, que lo abandonara a sí mismo y a su propio ritmo pausado, indiferente a los mandatos de la cabeza, y olvidara el mundo exterior. Fue ese mismo olvido del mundo lo que vi en sus posturas y movimientos al ponerse las medias. Pero entonces no era torpe, sino fluida, graciosa, seductora; una seducción que no emanaba de los pechos, las piernas y las nalgas, sino que era una invitación a olvidar el mundo dentro del cuerpo.»
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Inquilinas_NetherfieldInquilinas_Netherfield03 September 2018
¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultaba verdades amargas? ¿Por qué se oscurece el recuerdo de unos años felices de matrimonio cuando nos enteramos de que el otro tuvo un amante durante todo ese tiempo? ¿Acaso porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices! A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura siempre. Porque solo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor inconsciente e ignorado, ¿es dolor?
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meylingbruzualmeylingbruzual29 July 2022
Siempre he tenido la sensación de que nadie me entendía, de que nadie sabía quién era yo y qué me había llevado a la situación en que estaba. Y ¿sabes una cosa? Cuando nadie te entiende, tampoco te puede pedir cuentas.
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HexekatHexekat14 July 2022
Porque sólo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor inconsciente e ignorado ¿es dolor?
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