El poder de
Naomi Alderman
Tatiana está al borde de las lágrimas de la emoción. Pide a uno de los hombres vestidos con elegancia que hay tras ella que lleve unas bebidas a esas valientes mujeres. El hombre asiente, se retira, casi de puntillas, y se dirige a la planta superior. Mientras esperan, Tatiana cuenta uno de sus interminables chistes. Va sobre una mujer que desea unir a sus tres hombres favoritos en uno, y luego recibe la visita de una bruja buena…
El rubio joven se planta delante de ella con una botella.
—¿Era esta, señora?
Tatiana lo mira. Inclina la cabeza a un lado.
El chico traga saliva.
—Lo siento —se disculpa.
—¿Quién te ha dicho que hables? —dice ella.
El chico baja la mirada al suelo.
—Como un hombre. No sabe estar callado, piensa que siempre queremos oír lo que tiene que decir, siempre hablando sin parar; interrumpiendo a sus superiores.