Exhausto antes de haber recorrido esta insegura población (París) y este intricado laberinto, volverás horrorizado a encerrarte en el risueño hotel donde, tras haberte instalado precipitadamente, el único empleado de una inmensa casa te deja morir en paz, si la fatiga o la pena te arrebatan la fuerza de ocuparte de las incontables necesidades de la vida.
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