El silencio me deprimía. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio.
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El silencio me deprimía. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio.
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Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante.[...] Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
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Cuánto más incurable se vuelve, más lejos lo esconden a uno
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El rostro que me devolvió la mirada parecía estar mirando desde el enrejado de la celda de una prisión después de una prolongada paliza.
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El silencio me deprimia. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio.
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El problema era que odiaba la idea de servir a los hombres, en todos los sentidos.
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No hay nada como vomitar con alguien para llegar a ser viejos amigos.
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Y yo sabía que a pesar de todas las rosas y besos y cenas en restaurantes que un hombre hacía llover sobre una mujer antes de casarse con ella, lo que secretamente deseaba para cuando la ceremonia de boda terminase era aplastarla bajo sus pies como la alfombra de la señora Willard.
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Desgarra conocer a Sylvia, una mujer muy libre en su cabeza que se encuentra con todo el encorsetamiento de "la pureza" que deben perseguir las mujeres, de la división de géneros. Un relato muy honesto, muy vívido sobre la sociedad neoyorkina del momento, sobre saberse fuera de lugar, sobre problemas mentales....
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El aire de la campana de cristal se acolchaba a mi alrededor y yo no podía moverlo
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises