Miraban pero no miraban, nunca miran y cuando lo hacen es para reafirmarse que ellos están bien. La desgracia del otro es la oblicuidad de nuestro propio eje.
|
Miraban pero no miraban, nunca miran y cuando lo hacen es para reafirmarse que ellos están bien. La desgracia del otro es la oblicuidad de nuestro propio eje.
|
Estar, el verbo que nos hace humanos.
|
[...] aún hoy, evado los espejos, no me gusta mirar quién soy. Aunque en ese tiempo supe que no era yo la que habitaba este cuerpo, sino que era un contenedor, una especie de patio vacío al que le llegaban los ruiditos citadinos a lo lejos. La casa vacía jamás habitada y lúgubre aunque con estructura fija. El elefante blanco del mercado.
|
¿Por qué lloramos cuando acabamos de nacer? Porque no debimos de haber venido a este mundo.
|
Si además me preguntaran que si yo lo amaba, diría también que sí. Que lo amaba como se aman las cosas que te traen recuerdos, como las cartitas de los reyes magos, las fotos de los cumpleaños, la ropa favorita, cosas así. Pero que si yo sentía que podía vivir sin él, pues yo diría que claro que podía vivir sin él [...]
|
[...] porque eso era lo que había que hacer: ser las casas vacías para albergar la vida o la muerte, pero al fin y al cabo, vacías.
|
Una cree que hay demasiada libertad en el aire y no se percata de que es fácil crearse una prisión propia. Una deja de migrar a la ruta pactada. Una sale de la primera jaula familiar y trastabillea, da pasos en falso, agita torpemente las alas y se pone a recolectar niditos de todo.
|
Pero él nada más me sostenía los ojos unos segundos y lo peor es que sí alcanzaba yo a ver que tenía la mirada triste y que esos ojos grandes no eran para verme a mí y sentía yo muy feo.
|
Me faltan kilos, me sobra ropa, personas, horas. ¿En qué momento me darán ganas de ir y tirarme por la ventana? Quizá deba admitir que la tristeza me acomoda porque soy egoísta.
|
Su voz era un ruido ajeno que no lograba interesarme pero que aliviaba el profundo silencio en el que se había convertido el laberíntico paso de los días.
|
¿En qué año se publicó?