Casas vacías de Brenda Navarro
[...] aún hoy, evado los espejos, no me gusta mirar quién soy. Aunque en ese tiempo supe que no era yo la que habitaba este cuerpo, sino que era un contenedor, una especie de patio vacío al que le llegaban los ruiditos citadinos a lo lejos. La casa vacía jamás habitada y lúgubre aunque con estructura fija. El elefante blanco del mercado.
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