«éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano. no soy muy alta y mi pelo es del color de la leche. me llamo mary y he aprendido a deletrear mi nombre. eme. a. erre. i griega. así es como se escribe» En la campiña inglesa de finales del siglo XIX vive Mary junto con sus padres y sus hermanas. Una familia pobre y analfabeta, dedicada al duro trabajo de la granja y condenada a una existencia anodina y aburrida. Sin embargo, los acontecimientos se desencadenarán cuando Mary es enviada a servir a casa del vicario local, una experiencia que la hará crecer, madurar y comprender la dureza y la belleza de la existencia a la vez. Narrada en primera persona, la novela está dotada de una estructura nada convencional, del color de la leche no sigue las formas gramaticales de puntuación y ortográficas de una narración al uso. El lenguaje, en principio, simple y burdo, está cargado de simbolismo, puesto que se adapta a la protagonista, evolucionando a la par que Mary y su aprendizaje. Un simbolismo que se extiende a la estructura de la obra, a las partes que componen la narración, las estaciones del año pasan: primavera, verano, otoño, y un invierno que nos lleva a lo más cruel de la narración, para finalizar en una nueva primavera, un resurgir natural y vital que nos carga de esperanza. Del color de la leche es una historia desgarradora, un texto tranquilo y sosegado, pero que de repente, te pega un puñetazo en toda la cara. Una novela que se bebe como una fotografía de otra época, un viaje temporal de crecimiento y realización personal. Su protagonista excepcional, potente y poderosa, no se quitará de vuestras cabezas durante días. Y el final… soberbio, de esos en los que cuesta tragar saliva mientras se pasa la última página. Una maravilla de lectura. + Leer más |