El bosque

En este libro existen dos partes claramente diferenciadas en las que se traza un relato intimista que pocos autores pueden conseguir. Un encierro, propiciado por la misma causa, se separa en dos escenarios totalmente diferentes, y por ello la psique de cada personaje divaga por lugares que se alejan también.

   Y después, un tercer acto: el definitivo, el que reúne los fragmentos de todo lo que se rompió.

   A lo largo de esta historia, mi mente ha rescatado de la memoria esas pinturas de Hammershøi: esas mujeres leyendo una carta junto a una ventana que permanece cerrada, sin que lleguemos a saber qué sucede realmente al otro lado de la pared, más allá de esa escena de quietud que se nos presenta. Porque el mundo debió de existir ahí fuera; puede que, mientras esas mujeres inmortales se entregaban a algo tan banal como leer una carta, el país entero estuviera en guerra. Puede, incluso, que esa carta no fuera para nada banal.

   Creía que poco quedaba por decir sobre Nell Leyshon; me aferraba al deslumbramiento que supuso del color de la leche o La escuela de canto. No esperaba que la portada del primero se volviera realidad en forma de una mujer con dos nombres, con tres vidas; que mira, una y otra vez, a través del cristal, hacia las profundidades del bosque.

El título me hizo creer que iba a leer otra cosa totalmente distinta. Se llama El Bosque y pensé que casi todo el libro iría de eso. Y no. Aunque puede que sea la etapa más importante de ambos protagonistas. Este libro son Zofía y Pawel. Madre e hijo. Los dos. Y ya. Viviendo una guerra en Varsovia, una huida y escondite en un bosque y un nuevo hogar en Londres. Tres saltos temporales en tres escenarios distintos en los que lo que verdaderamente importa y de lo que trata la lectura es de su universo. de cómo Pawel mira a su mamá. Como toca con sus manos su suave vestido verde, como la necesita en las noches de miedo en un escenario bélico. Sólo es un niño y su padre sólo espera algo de él: que se haga un hombre. Porque Pawel es un niño inocente, sensible y con temores. Sólo quiere estar con su madre. Pero eso su padre lo llama "estar enmadrado"... por suerte, esta figura paternal no es relevante para la lectura. Ni para Pawel. Afortunadamente, he de decir.
Si lees este libro te encontrarás un mundo bélico a ojos de un niño. Pero también a una madre con miedos que derribar.

Este libro se divide en tres partes, prececidas y finalizadas con dos cartas. La primera parte se lee rápido, y presenta a unos personajes totalmente distintos a los que puedes conocer más adelante. La segunda, vivida en el bosque, es la más lenta. Comprende la cadencia de los días pasando poco a poco, despacio, saboreándolo todo con gusto. La tercera y última, en la ciudad, se lee rápido pero con pena de que acabe la historia.

En cuanto a las dos cartas, las dos del principio anticipan sucesos de una manera sutil, pero no lo suficiente como para darse cuenta del todo. Las dos últimas son un regalo para el lector, como si la escritora supiera de antemano que se le ha hecho corta su lectura y quisiera compensar de alguna manera ese vacío que deja al terminar.

Por supuesto, el final es sorprendente y te deja la piel de gallina. No se esperaba más después de todo el libro, pero tampoco te esperas esta conclusión. El libro en sí está bien, un argumento correcto y unos personajes muy reales y trabajados. Pero con el broche final, es un libro para recordar, sin duda alguna.

No sé que pasa últimamente que los libros que elijo me dejan bastante fría. Me encantó "El color de la leche" y pensé que este podía tener su esencia, pero no, es mucho más sencillo. Los diálogos son pobres, la visión desde el niño se hace pesada y los personajes carecen de profundidad. La relación entre madre e hijo, uf, es complicada, pero se me hace bola. Aunque algo bueno tiene, la perspectiva de la guerra. Eso hace que tenga cierta tensión y dinamismo, sino el libro resultaría del todo plano. No sé, me esperaba otra cosa. Quizá sea que necesito más acción en mi vida. Lo más seguro.

El personaje del niño, Pawel, se hace monótono y cargante. Siempre realizando las mismas preguntas, y eso quizá mata al propio personaje. Y el del soldado, está desdibujado, a penas sabemos nada de él y tiene un importante papel dentro de la novela,

Te gustará si te gusta el holocausto, el niño del pijama de rayas y la ladrona de libros.

II Guerra Mundial, relación madre - hijo, personajes bien construidos y la narración de Nell Leyshon, que siempre es especial, forman un muy buen conjunto.

Me ha gustado un poco menos que sus otras novelas, aún así es una buena historia y me ha emocionado