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Editorial Sexto Piso

Editorial Sexto Piso nace en el 2002 en México y desde 2005 cuenta con una sede en España. Su línea editorial contempla textos literarios, filosóficos, reflexiones sobre problemas contemporáneos, y recientemente obras de exponentes del género gráfico e ilustrado, así como libros-álbum para niños.

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Publicaciones recientes de Editorial Sexto Piso


Críticas recientes
elperiodico
 16 April 2024
No dejar que se apague el fuego de Miriam Toews
Parece increíble que la autora, cálida y divertida, con una prosa tan chispeante como su conversación, establezca el origen de 'No dejar que se apague el fuego' (Sexto piso / Les hores) , su última novela, en dos hechos que marcaron su vida, mucho más que su origen religioso.
Enlace: https://www.elperiodico.com/..
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chris_books_
 12 April 2024
Ellas hablan de Miriam Toews
Tenía Ellas hablan, de Miriam Toews, en el punto de mira desde que su adaptación cinematográfica ganó el Óscar a guion adaptado. Además, a finales del año pasado me estrené con la autora con No dejar que se apague el fuego y lo disfruté mucho, así que no podía esperar más a leer este.



Esta novela tiene una premisa muy buena: una colonia en la que el patriarcado está presente hasta unos límites insospechados. La mayoría de mujeres son drogadas y vi0ladas por los hombres, muchos de ellos familiares... Ellas deciden reunirse para tomar una decisión sobre su futuro: "huir", luchar o no hacer nada.



Me ha gustado bastante el planteamiento de la historia, su inicio en el que todo me gustaba, la narración diferente que tiene y los distintos personajes. Ahora bien, en el desarrollo de la historia es donde menos me ha convencido. En algunas ocasiones se me hacía un poco repetitivo y algo lento; ya sé que no es una novela de acción, pero es verdad que hay muchas páginas en las que para mi gusto se estanca demasiado. Tampoco he quedado totalmente contento con su final, pero esto sí que es algo personal, esperaba algo más de desarrollo, algo más del "después".



Pero todos estos peros son más porque quizás esperaba algo más por el tema del premio, pero sin duda es una buena lectura de la que he disfrutado bastante, y he vuelto a conectar con cómo narra Toews, así que, si os llama la premisa, por supuesto que os animo a leerlo y a sacar vuestras propias conclusiones. Yo seguiré leyendo a la autora, claro que sí.
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Guille63
 12 April 2024
Ágape se paga de Gaddis William
Jack Gibbs es un personaje que bien podría haber salido de la pluma de Thomas Bernard(*), uno algo más desaforado de lo habitual, que angustiado por su deterioro físico, la proximidad de la muerte y la imposibilidad de sacar del caos(**) los innumerables recortes, anotaciones, libros y notas que había acumulado en pos de la que él considera que habría sido la obra de su vida(***), vomita en forma de flujo de conciencia y bajo los efectos de la prednisona(****) un discurso febril y atropellado, erudito e iracundo, denso y a ratos divertido (en el sentido que es divertido Bernhard), plagado de referencias y citas (entre muchos otros, Huizinga, Walter Benjamin, Thomas Bernard, Platón, Nietzsche, Melville, Freud, Tolstoi, Becket, Proust, Flaubert…) en contra de esa “chusma estupefacta que ahí fuera espera a que se le dé entretenimiento, convertir al artista creativo en un mono de feria”, en contra de elevar al artista por encima de su obra, en contra de la mercantilización del arte que destruye el mágico encuentro cómplice entre artista y público transformándolo en algo mecánico dirigido a un consumo masivo y bajo las leyes del mercado, en contra de la domesticación del artista y de su aversión al riesgo y a la rebeldía (“la pianola y sus descendientes, el ordenador las barricadas para guarecerse de ese miedo a lo azaroso a la probabilidad a la indeterminación… este estigma del fracaso que separa a la chusma de la élite”), en contra de que sea la cantidad de placer que proporciona, y no la calidad de este, la medida del arte y de todo, en contra de su democratización (“esta democracia en la que cualquier hombre es el artista que necesita ser para su propio consumo, que es donde estamos hoy, esta democracia de las personas al azar de Platón y de disponer del arte sin necesidad del artista porque éste es una amenaza”), en contra de todos aquellos que huyen del esfuerzo, tanto creadores como espectadores, en fin, en contra de la experiencia pasiva y de la falta de autenticidad (“… esa fusión natural de la vida creada en esta creación en amor que la trasciende, una celebración del amor creado que llamaban ágape, la fiesta del amor en los primeros tiempos de la iglesia. Eso se ha perdido, eso hay que pagarlo”) (*****).



“La música te transporta a otro estado del ser que no es el que te corresponde, sentir cosas que en realidad no sientes, entender cosas que en realidad no entiendes, ser capaz de hacer cosas que en realidad no eres capaz de hacer, sí, eso lo transforma eso te transfigura a ti en ti mismo en el yo que puede hacer más…de eso es de lo que puedo hablarte, de esa Juventud capaz de todo.”





(*) Gaddis intercala en su monólogo varias citas de «Hormigón» (una novela que, como esta, trata sobre un escritor que pospone una y otra vez el inicio de su obra) acusando al autor, al que tanto admira y cuyo descubrimiento fue crucial para la redacción de esta novela, de haberle plagiado, “solo que antes de escribirla yo” (en el otro sentido, siente haber plagiado a Walter Benjamín, aunque no le había leído con anterioridad).



(**) En «JR», Gibbs comenta que su libro versará sobre el orden y el desorden. No solo versa, ES puro caos en el que no siempre es fácil establecer algo de orden, en el que la propia idea de orden se esconde en la ambigüedad.



(***) Gaddis acaba de ser diagnosticado con un cáncer terminal lo que le lleva a descartar por incapacidad temporal la obra que pretendía realizar sobre la historia del piano mecánico (“fue la plaga que se extendió por Estados Unidos hace cien años, con el rollo de papel troquelado en el meollo de toda la cuestión, el frenesí de la invención y la mecanización y la democracia y cómo disfrutar del arte sin artista y además automoción, cibernética, ya se ve, bien se ve, más claro no puede estar”) como excusa para hablar del arte y su consumo en su actualidad y para la que lleva décadas investigando y recopilando información, que acaba por plasmarse en esta novela.



(****) En el postfacio a la novela , Joseph Tabbi comenta que “Este estilo despojado era consecuente con los efectos de la prednisona, la droga que tanto Gaddis como Bernhard habían tomado por prescripción facultativa”.



(*****) Y todo en un solo párrafo ininterrumpido de 67 páginas. Una vez le preguntaron al autor que si sus obras eran tan difíciles de escribir como lo son de leer. Su respuesta fue: “… si el trabajo no me resultara difícil lo cierto es que me moriría de aburrimiento”.

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