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Calificación promedio: 5 (sobre 76 calificaciones)
/En el segundo programa de Días de Feria en FILUNI 2022, Elvira Liceaga conversa con las escritoras Vivian Gornick (Apegos feroces, La mujer singular y la ciudad) y Jazmina Barrera (Punto de cruz, Línea nigra). El diálogo gira en torno al último libro de Gornick, Cuentas pendientes, a su amor por la literatura desde la infancia, a los libros que la han convertido en la mujer que es y como el proceso de releerlos la ha ayudado a redescubrirse a sí misma. También Joaquín Diez-Canedo, quien recibió en el marco de FILUNI el reconocimiento Rubén Bonifaz Nuño, nos platica sobre el trabajo de las editoriales universitarias y el propósito de las ferias de libro. Por último, Ximena González Grandón, académica de la Facultad de la Medicina de la UNAM, nos habla de las mujeres que han sido olvidadas en la ciencia y el rol que deben ejercer en la difusión del conocimiento. #VivianGornick #JazminaBarrera #feriadellibro #FILUNI2022
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Apegos feroces de Vivian Gornick
La relación con mi madre no es buena y, a medida que nuestras vidas se van acumulando, a menudo tengo la sensación de que empeora. Estamos atrapadas en un estrecho canal de familiaridad, intenso y vinculante: durante años surge por temporadas un agotamiento, una especie de debilitamiento, entre nosotras. Después, la ira brota de nuevo, ardiente y clara, erótica en su habilidad para llamar la atención.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Ahí cuajó mi amor por la literatura y floreció mi asombro ante la vida intelectual. Descubrí que las ideas transformaban a las personas y que las conversaciones intelectuales podían ser tremendamente eróticas.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Pero no lo pilla. No sabe que estoy siendo irónica. Ni tampoco sabe que me ha dejado hecha polvo. No sabe que me tomo su angustia de manera personal, que me siento aniquilada por su depresión.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Su rechazo era poderoso. Me hipnotizaba, me intimidaba hasta lograr mi sumisión. Incapaz de obtener lo que esperaba de la vida, lo que pensaba que le hacía falta, lo que sentía que le era debido, mi madre desapareció bajo un manto de infelicidad. Bajo este manto se sentía frágil, inválida y digna de lástima. Cuando se le decía que su incesante melancolía resultaba deprimente para los que estábamos obligados a presenciarlo, se quedaba sorprendida.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Si mi madre no era capaz de identificar en otra mujer reacciones a un marido o un amante que duplicasen las suyas, no lo consideraba amor. Y el amor, decía, lo era todo. La vida de una mujer estaba determinada por el amor. Cualquier indicio que probase lo contrario —y las pruebas, de hecho, abundaban— era descartado e ignorado por sistema, tachado de su discurso y vetado por su intelecto.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
"En el vocabulario de mi madre no existía el amor como tal, solo el Amor. Un sentimiento elevado, de naturaleza espiritual y tinte moral. Por encima de todo, un sentimiento que resultaba inconfundible cuando se hallaba presente e igualmente inconfundible curando se hallaba ausente. «Una mujer sabe si ama a un hombre», decía. «Si no está segura, es que no lo ama». Estas palabras llegaban hasta mí como venidas desde la cumbre del Sinaí La interpretación de la variedad de comportamientos humanos que se suponen derivados del amor no era necesaria en nuestra casa. Si mi madre no era capaz de identificar en otra mujer reacciones a un marido o un amante que duplicasen las suyas, no lo consideraba amor. Y el amor, decía, lo era todo. La vida de una mujer estaba determinada por el amor."
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Lo único que odia es el presente; en cuanto el presente se hace pasado, comienza amarlo inmediatamente. |
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Que fuese una habitación en la que cada noche recreáramos nuestra falta de conexión, que las paredes gris claro estuvieran salpicadas de soledad y que la colcha de algodón azul grisáceo nunca se arrugase espontáneamente eran pensamientos para los que literalmente no teníamos palabras.
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Apegos feroces de Vivian Gornick
Entonces nos sentamos juntas, en silencio, sin implicarnos la una con la otra, solo dos mujeres que escrutan la oscuridad de toda esa vida perdida. Mi madre no parece ni joven ni vieja, solo profundamente absorta por lo terrible de lo que ve ante sí. Y yo no sé qué soy a sus ojos.
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En qué año fue publicada esta novela