Del color de la leche

¿Cómo puede cambiar una vida dependiendo del lugar desde donde mires salir el sol cada mañana?

Mucho tiempo queriéndote leer queriendo conocer tu historia que has querido contarme desde hace casi un año. 

Me lo decían, me lo aconsejaban… y tú me mirabas cada vez que pasaba por tu ventana, pero yo sabía que debía ser ahora cuando llegaras. 

Los libros y sus querencias. 

Que la blancura de tu alma era evidente, lo intuí desde tus primeras palabras escritas que yo intuía hechas con trazos trémulos mientras cogías la pluma tenazmente.

Desde la sencillez y la humildad fuiste trazando un camino de ortigas camufladas entre la aparente suerte de cambiar esa ventana por donde salía el sol.

Otro lugar, otra vida… No tengo otra opción, no puedo elegir, pensaste. No conoces todas las palabras, pero supiste hacerte entender, supiste encontrar el abrazo que no tuviste y el cariño que perdiste. 

Encontrar tu voz en el mundo le da sentido a tu sufrimiento.

Has hecho visibles las voces invisibles de tu siglo, cuestionando y desafiando.

No conocerás a Nietzsche, pero puso palabras a tu historia «Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo.»

Despojada de cualquier ternura e irremediablemente ligada a la condena de una vida precaria, vas contándonos tu verdad sin artificios, sin adornos, tus ojos son los nuestros. Los eslabones de tu cadena nos ayudan a seguirte y comprenderte. 

Eslabones que nunca se sueltan, tu cadena nunca se acaba.

Has logrado conmoverme por tu forma de contármelo, por tu inapelable naturalidad, por la sencillez de tu inocencia, por la belleza en tus trazos de vida.

Aprendiste a vivir a golpe de tinta y pluma, nos enseñaste a comprenderte desde tu arrolladora voz y deseamos ser resilientes a través de tu historia. 

La identidad del blanco nos cautivó.

Gracias por seguir afianzando en mí a través de tus devenires la importancia de la lectura y la escritura, que solo los buenos libros son aquellos que nos transmiten emociones, aunque sean estremecedoras, esa es la auténtica grandeza de tu historia.  

Serás recordada por saber plasmar tus sentimientos en papel atravesando la bruma y la luz mientras tras nuestras ventanas las estaciones cambian de color el paisaje. Nunca te olvidaremos porque en cada uno de nosotros hay una pincelada de blanco que ilumina nuestro propio viaje personal.

         Gracias de corazón 

                        Marga