Mi querida Gloria, ya hay suficiente dolor y soledad en esta vida como añadirle más. ¿ Alguna vez has tenido todos los ingredientes perfectos para hacer una tarta pero aún así has decidido usarlos para otra receta?
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Mi querida Gloria, ya hay suficiente dolor y soledad en esta vida como añadirle más. ¿ Alguna vez has tenido todos los ingredientes perfectos para hacer una tarta pero aún así has decidido usarlos para otra receta?
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Nuestra madre tenía también el pelo rojo: rojo como la sangre, rojo como el vino que produce esta tierra. Mamá era una endemoniada, igual que nosotras. Eso es al menos lo que todos cuentan de ella y puede que tengan razón, porque la noche de 1848 en la que ella nació, la comarca entera tembló abriéndose aquí y allá. Casi como si nuestra madre hubiera salido de las mismas entrañas de la tierra.
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—Algún día, cuando tú desobedezcas, cuando no tengas otra opción que desobedecer, también te odiarán a ti. (…) —No, a mí eso no me pasará, ni a ninguna de mis hermanas. Pero aun así podrías ser un poco más normal. Solo un poco más como se espera que seas —le dije sin mirarla todavía—. Tal vez si finges, algunos bodegueros de la zona se animarían a contratarte más a menudo y podrías dejar de malvivir en esa casucha tuya. (…) —¡Oh, Gloria! Estás muy equivocada si crees que por portarte bien y estar calladita te vas a librar —me dijo—. No nos libramos ninguna. Tarde o temprano harás o dirás algo que no encaje con las normas y con lo que se espera de ti, y entonces verás esa misma mirada de desprecio en sus ojos, pero esta vez dirigida a ti. |
El poder es una cosa curiosa. Quien lo tiene cree que durará para siempre, como el amor en unos recién casados. Al poder le gusta creer que es eterno, irrompible. Pero la verdad es que siempre hay alguien, en algún lugar, planeando alzarse contra ese poder. Desobedecer.
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Así es el dolor: puede parecer invisible a los ojos, pero con la luz adecuada o el calor del sol siempre vuelve a aparecer.
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El dolor siempre deja una huella, un rastro que podemos seguir. Una cicatriz.
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A pesar de lo mucho que me gusta pasar desapercibida, al final siempre llega el maldito momento en el que hay que mojarse.
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Haber sido una víctima no te hace débil; al contrario. Yo lo he sido, durante muchos años, casi toda mi vida. Por eso sé que, aunque logres dejar atrás a todos los demonios que te persiguen, lo que de ellos se ha quedado dentro de ti, te atrapa. Es tu jaula particular.
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Una sola nota diferente puede cambiar toda una melodía completa.
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No deberías renunciar a toda tu vida, no está bien pasar de largo de las cosas que pueden hacernos felices.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?