Había escuchado por todos lados que Ursula K. Leguin era un baluarte de peso en la ciencia ficción clásica, y decidí adentrarme en su obra con este pequeño relato escrito en 1973, Quienes se marchan de Omelas, lo que ha sido una forma maravillosa de zambullirme en su estilo y en sus temas narrativos. El texto en sí no dice nada, en un mundo cualquiera, que podría ser el nuestro, se enclava un bucólico y utópico pueblo de índole rural, Omelas, que está de celebración local. Sin más. El texto nos describe el ambiente festivo y nos lo contrapone con el lado más oscuro del lugar donde subyace una habitación cerrada o cárcel donde hay un niño. Y me reitero, pero es que no hay más. Una primera lectura de este relato nos puede dejar perplejos, al menos en mi caso; ignorante de mí, no entendí la simplicidad del texto ni que realmente no me contasen nada significativo. Es cuando se deja reposar lo leído, cuando se comienza a pensar en lo narrado, es entonces cuando empiezas a extrapolar conclusiones y comparaciones, cuando te das cuenta que la autora a través de escasas diez páginas ha sabido ahondar en la psique y condición humana a través de un mundo distópico lleno de magistrales metáforas y alegorías. Un texto cargado de significado y profundidad que nos hará revolver el estómago reflejando comportamientos sociales que ahondan en las más profundas miserias humanas, comportamientos en los que vernos reflejados, el egoísmo, la doble moral, el concepto de chivo expiatorio o incluso la propia psique de cada uno de nosotros, puede ser el marco en el que encuadrar a Omelas y a sus gentes. Un relato del que no puedo decir mucho más dada su brevedad, sin desvelaros lo que por uno mismo se debe descubrir, se lee en diez minutos pero se desgrana durante días en nuestras cabezas. Una de mis mejores últimas lecturas que me encantaría comentar y que me contaseis si vosotros también sois de los que se marchan de Omelas. + Leer más |