![]() |
[Relectura] Esta vez quise leerlo en versión original y lo disfruté más que la primera, pero mi experiencia como lector también me hace ser más crítico con el contenido. Corrían otros tiempos y en 1968 la narración de historias era distinta a la actual, abundaban las descripciones y se desarrollaba menos a los personajes. Se dejaba más espacio a la imaginación. Todo está bien y me encantan las descripciones, pero también me gusta el desarrollo de personaje, la interacción entre ellos y un poco de diálogo. En Un mago de Terramar, Ursula K. le Guin explica tanto y muestra tan poco, que se queda corta. Disfruté de la narración en general y de la trama de madurez y redención del protagonista, también de las reflexiones que ofrece acerca de la magia y las consecuencias de transgredir los límites, pero eché en falta un poco más de magia e interacción entre personajes. Las relaciones más importantes de toda la historia se dan al principio y al final (entre Ged y Ogion, y más adelante entre Ged y Vetch por partida doble), y aunque ambas están bien planteadas, las que se dan al margen de ellas saben a poco. En la parte central de la novela todo ocurre demasiado deprisa, como si la autora se hubiera echado a la mar dejándose guiar por el viento. Cada autor es un mundo y construye sus obras como desea, pero creo que la historia de Ged pedía un poco más de mapa y menos brújula, o, según se mire, un poco más de brújula y menos navegar a la deriva. Hubo pasajes del principio que me maravillaron. La llegada a la escuela en Roke me entusiasmó como la primera vez, y de igual modo me supo a poco. Esta es una de las cosas que le Guin pudo haber expandido más, pero decidió pasar por encima y resumir al máximo. El antagonismo con Jasper se queda en mera anécdota más allá de lo que implica traspasar los límites. Tiene repercusión, pero de nuevo la autora lo deja en el aire, sin mostrar, para enlazarlo más adelante. Otro momento que me gustó fue el encuentro en Pendor. Mención especial para el final: SUBLIME. La primera vez que leí esta novela el final me pareció precioso y en esta ocasión fue más hermoso de lo que lo recordaba. El vínculo que une a Ged y a Vetch es fuerte, tan fuerte que ni el mar más inmenso, ni la sombra más siniestra, puede romperlo. Lástima que en otros tiempos no se pudiera profundizar en ciertos temas. Es por este final, que en lo personal entiendo rebosante de subtexto* por el que Un mago de Terramar es un libro especial para mí. *Subtexto que probablemente la autora no tuvo intención de darle, a juzgar por los siguientes libros, pero ahí queda, en ese espacio libre a la imaginación que ella misma otorga a los lectores y que nadie nos puede arrebatar. + Leer más |
Fundada en Argentina en 1955 e incorporada a Grupo Planeta en 2001.
Literatura fantástica y ciencia ficción.
Editor de la obra completa de J. R. R. Tolkien, Minotauro cuenta con autores como Philip K. Dick; Ray Bradbury, artífice de las míticasCrónicas marcianas; Ursula K. le Guin, creadora de Terramar; William Gibson, padre del ciberpunk; John Crowley; Kim Stanley Robinson, autor de la Trilogía de Marte, y el popular Christopher Priest. Cuenta, además, con exitosos autores españoles como Javier Negrete, León Arsenal, Rafael Marín y Juan Miguel Aguilera.
Además de los autores clásicos del género, el catálogo de Minotauro cuenta con colecciones dedicadas a la fantasía –con títulos como El hombre marcado, de Peter V. Bret, o Lamento, de Ken Scholes–, la ciencia ficción –La Vieja Guardia de John Scalzi es un buen ejemplo– y el terror –con obras como la antología Zombies, editada por John Joseph Adams, o la novela 13 balas, de David Wellington.