Pero sé que, aunque logre detener que las palabras salgan de sus labios, eso no las hará menos ciertas.
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Pero sé que, aunque logre detener que las palabras salgan de sus labios, eso no las hará menos ciertas.
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Cuando quieres a alguien, se nota en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos, se vuelve tan presente, tan palpable, que al final sueles oírlo todos los días, por muy extraordinario que sea el sentimiento que hay detrás de esas palabras.
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Lo miro a los ojos y sé que cualquier dolor que admita es solo una ínfima parte de lo que está sintiendo.
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Abrir los ojos y ver su cara mirándome es lo más parecido a un hogar que cualquier otra cosa que pueda recordar.
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Nadie habla nunca de eso. Pero en ese momento, pensé que el coqueteo era lo que hacía girar el mundo. La ansiedad de preguntarse qué va a decir la otra persona a continuación. La emoción de saber que alguien está pendiente de ti, que le gusta lo que ve. El subidón de mirar a alguien y que te guste lo que ves en él. Sí, cuando coqueteas, te enamoras tanto de ti misma como de la otra persona. Es como verte a través de los ojos de otro y descubrir que hay muchas cosas que te gustan de ti misma, muchas razones por las que alguien podría encandilarse de cada una de tus palabras. |
Me sentía descansada y renovada, como si el mundo y yo estuviéramos en una comunión perfecta sobre cuándo debería salir el sol.
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Llegué a pensar que el luto sería crónico, que lo único que podría hacer sería agradecer tener días buenos para poder sobrellevar los malos. Pero luego empecé a pensar que quizá los días buenos no tenían por qué ser solo días; que tal vez podían ser buenas semanas, buenos meses, e incluso buenos años. Ahora me pregunto si el luto no es como un caparazón. Un caparazón que usas durante mucho tiempo, hasta que un día te das cuenta de que lo has superado y te lo quitas. Eso no significa que quiera olvidarme de tus recuerdos o del amor que siento por ti. Solo que quiero dejar de lado la tristeza. |
Llevas años oyendo a la gente decir: «Que su recuerdo te acompañe siempre». Y por fin te das cuenta de que eso es precisamente lo que pasa. Estás más feliz de haberlo conocido, que triste por haberlo perdido. Te preguntas si el dolor es menos crónico de lo que piensas. Si la remisión puede durar años. |
Y entonces, poco a poco, día a día, minuto a minuto, a un ritmo tan lento que apenas te percatas de que esté ocurriendo nada, vuelves a encontrar un propósito en tu vida.
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Sentirse hueca y vacía puede ser algo horrible cuando estás acostumbrada a estar llena de alegría. Pero no es tan malo cuando lo único que tenías en tu interior era dolor. Hueca te parece bien. Vacía te parece un comienzo. No crees que hueca y vacía sea algo tan horrible. Lo que es bueno, porque llevas mucho tiempo sintiéndote como si estuvieras al final de tus días. |
¿Cuántos años tiene Evelyn cuando se casa por primera vez?