“Sólo aquel que va en busca del agua puede romper el cántaro. Lo sé, abuela. Pero cuéntaselo a quien espera en la aldea muerto de sed.”
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“Sólo aquel que va en busca del agua puede romper el cántaro. Lo sé, abuela. Pero cuéntaselo a quien espera en la aldea muerto de sed.”
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Luego se detiene, pues vuelve a descubrir una verdad universal que olvida cada día cuando se acuesta. El mundo está manejado por los mediocres, los egoístas y los idiotas. Muy especialmente estos últimos.
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La triste realidad es que la ciencia está aún empezando a poner el pie en el umbral de la mente humana. Una cueva de kilómetros de profundidad
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No siempre se pueden seguir las normas al pie de la letra.
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El alma está hecha de pequeños compartimentos autocontenidos, como una muñeca rusa. Si sigues abriendo y abriendo, acabas encontrando la última de las muñecas. Y su rostro nunca es como el de la muñeca más grande. Ese último rostro puede ser mezquino y cruel.
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El mundo es un abismo, y la oscuridad no ofrece cobijo, sólo amenazas.
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Eso es lo hermoso de las certezas, aunque sean temporales. Nos nutren con un cierto alivio.
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No se puede huir eternamente.
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Durante su estancia en la oscuridad había aprendido que Dios, el Bien y el Mal, no eran más que monosílabos en mayúsculas.
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Es lo malo de prometer cosas a los muertos. Es más difícil pedirles disculpas cuando les fallas.
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10 negritos