Los dos nos hemos ganado el derecho a olvidar y empezar de nuevo.
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Los dos nos hemos ganado el derecho a olvidar y empezar de nuevo.
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Si las almas de los seres humanos fuesen un diapasón, la mayoría vibraría con el tono armónico y predecible de la mediocridad.
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(...) todos los seres humanos tienen una frontera entre la confortable zona de sus convicciones y miedos y el pantano peligroso de sus deseos y necesidades. Para conseguir la total sumisión de la voluntad había que empujarles fuera de la primera sin que se hundiesen en la segunda. Hasta el punto de equilibrio. |
Me pregunto a quién le suplicaba. Supongo que al Dios en el que no creo, y al que he acabado volviéndome tantas veces en busca de ayuda.
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Para proteger a tu familia se llega hasta donde haga falta.
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El corazón se detiene por una fracción de segundo, como si te hubiesen robado un latido, porque tu cuerpo reacciona antes que tu mente, y le gustaría detener el tiempo en ese preciso momento. Pero el mundo no va a pararse aunque tu corazón lo haga, así que sigue latiendo, y la información llega a tu cerebro. Si eres inteligente —y Kate lo era, y mucho—, en ese momento lo que acaban de decirte se convierte en una chispa eléctrica que hace parpadear una bombilla.
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En el mundo existen millones de personas con talento que viven sus vidas en silenciosa desesperación, atrapados en oficios de mierda. ¿Por qué unos van en metro y otros en su avión privado? Es una cuestión de carácter. De querer realmente lo que deseamos.
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Estoy acostumbrado a que los pacientes se abran y cuenten sus intimidades en mi consulta. Todos acaban haciéndolo antes o después, incluso los más fuertes o reservados. Porque necesitan creer en mí, en ellos mismos, en sus propias posibilidades. Todos tienen algo que explicar sobre sí mismos, algo que decir, y el hecho de ver la muerte de cerca acucia esa necesidad. Como si mi mano fuese a ser más precisa porque ellos mereciesen vivir. Como si me correspondiese a mí juzgarlo o tuviese la potestad de cambiar las cosas. |
Al fin y al cabo, la naturaleza humana es una negación de la muerte, y la de un médico entregado sublima esa negación.
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Aun así, de vez en cuando un paciente aleatorio hace algo insólito. Aparece ante ti con una colonia fuerte que te recuerda a tu padre adoptivo, un gesto determinado, un deje en el habla. O como en el caso de Jamaal, unos ojillos asustados. Y entonces todas esas defensas que tanto te has empeñado en imaginar indestructibles se traspasan como un papel de fumar. Y haces algo que no deberías hacer: te implicas. |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?