Sabes que la muerte llega a todos, y eso es aceptable. Y también sabes lo difícil que es vivir con la culpa de no haber evitado lo evitable. Lo inaceptable es el remordimiento, una copa amarga que se bebe día a día.
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Sabes que la muerte llega a todos, y eso es aceptable. Y también sabes lo difícil que es vivir con la culpa de no haber evitado lo evitable. Lo inaceptable es el remordimiento, una copa amarga que se bebe día a día.
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Para nuestro cerebro es más importante contarnos una historia consistente que una historia verdadera.
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Sabes lo difícil que es vivir con la culpa de no haber evitado lo inevitable. Lo inaceptable es el remordimiento, una copa amarga que se bebe día a día.
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Cuanto más sabes, más sufres.
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Sé bien lo que es recibir una noticia que pone tu mundo patas arriba. El corazón se detiene por una fracción de segundo, como si te hubiesen robado un latido, porque tu cuerpo reacciona antes que tu mente, y le gustaría detener el tiempo en ese preciso momento. Pero el mundo no va a pararse aunque tu corazón lo haga, así que sigue latiendo, y la información llega a tu cerebro. (...) en ese momento lo que acaban de decirte se convierte en una chispa eléctrica que hace parpadear una bombilla. La luz revela una habitación oscura y llena de pesadillas, un cuarto que siempre había estado ahí pero en el que no te atrevías a entrar. Tu vida ya no transcurrirá en la sala de estar donde ponías los pies en alto mientras un alegre fuego bailaba en la chimenea. No, tu vida ahora tendrá lugar en esa húmeda y lóbrega celda. Y hay más sombras tras las paredes, sombras que no te atreves a nombrar. Nada va a ser lo mismo. Y eso es inaceptable. Así que te niegas a aceptarlo. Atacas la información desde todos los ángulos posibles. Si es incuestionable, tu mente busca a toda velocidad opciones que te permitan seguir en la sala de estar, lejos de la celda tenebrosa. (...) Cuando sabes que no hay opción, cuando sabes que la nueva realidad es inamovible, tu cuerpo reacciona de nuevo, por segunda vez. + Leer más |
Acababa de salir de una compleja operación para extirpar un meningioma del tamaño de una pelota de golf y disfrutaba uno de esos momentos henchidos de divinidad de los que los neurocirujanos gozamos a veces y de los que no hablamos a nadie. No caminas, flotas sobre los pasillos mientras vas a darle la buena nueva a los familiares, como un ser todopoderoso capaz de devolver la vida.
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Quiero pensar que en aquel momento su determinación flaqueó por un momento, aunque fuese por esa prosaica petición. O tal vez es la mentira que me cuento a mí mismo para paliar la sensación de que las últimas palabras que le dije antes de marcharse fuesen tan mundanas.
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La aplastante revelación vino acompañada de un sentimiento de aceptación. Todos aquellos meses de hosca y culpable tristeza, en los que me había convertido en un ermitaño malhumorado y adicto al trabajo, terminaron en aquel instante. Porque comprendí. |
Yo hubiese cambiado todos los coches del mundo por oírla burlarse de mí, tan sólo una vez más.
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No me gusta mucho leer bestsellers, pero algunas veces te encuentras con sorpresas y te quedas enganchado, y a mi me ha ocurrido con este libro. La historia parte de una buena base, la de un cirujano que tiene que operar a un paciente importante y recibe el chantaje de matar al paciente o su hija morirá y desde aquí se desarrolla una aventura trepidante, con vueltas al pasado tanto del protagonista, como del "malo" de la historia y los demás personajes que rodean la novela. De Juan Gómez Jurado había leído la serie "Reina roja" y me cansé, se prolonga la historia para ¿hacer dinero? y eso no me gusta, aquí, en principio, hay un final, ¿se puede seguir? pues sí, pero será con otra aventura. |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?