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TOMÁS;POCHTAR DE LA ASCENSIÓN RECIO (Traductor)
ISBN : 8497592581
784 páginas
Editorial: Debolsillo (01/06/2017)

Calificación promedio : 4.38/5 (sobre 752 calificaciones)
Resumen:
La novela emblemática de Umberto Eco. Una apasionante trama y admirable reconstrucción de una época especialmente conflictiva, la del siglo XVI. Valiéndose de las características propias de la novela gótica, la crónica medieval y la novela policíaca, El nombre de la rosa narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina en el año 1327. Le ayudará en su labor el novicio Adso, un hombre... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (42) Ver más Añadir una crítica
Yani
 08 January 2019
Quiero empezar diciendo (opinando, en realidad) que la contratapa de mi edición me resultó un tanto engañosa. En una parte intenta recomendar el libro tanto a los lectores que busquen una novela culta como a aquellos que aman el entretenimiento. Yo no lo vi así: difícilmente un lector que busca el entretenimiento se divierta con una novela en donde abundan largas disertaciones sobre filosofía (de la buena, no de la barata), doctrinas religiosas, intrigas políticas y hasta un poco de historia de la lengua. Sigo sosteniendo que Eco es un escritor que selecciona a su público e incomoda a aquel que no está a la altura (lo dije en La misteriosa llama de la Reina Loana). No hay nada malo en ello (tiene todo el derecho a hacerlo), pero las advertencias siempre se hacen para algo. El enojo latente en las opiniones sobre este libro tiene bastante relación con la trama de fondo. al parecer, el conocimiento a veces se convierte en una amenaza, no en algo digno de ser amplificado y/o admirado. Si a alguien le molesta que Umberto Eco sea una persona que sabe mucho y que tiene ganas de volcar todo eso en sus novelas, puede optar por no leer sus libros. Estoy casi segura de que Eco no se ofenderá porque no lo hizo. Y punto.

Afortunadamente, El nombre de la rosa tiene “aspecto” de espantar gente. Ladra, pero no muerde. Más allá de que haya referencias históricas (creo que usaré bastante esa palabra en esta reseña), más allá de que se confronten distintas “ramas” de la religión, más allá de que aparezcan párrafos en latín (el horror) y nombres de libros al estilo Borges, todo está planteado con sencillez, sin sobresaltos. de hecho, me sorprendió que algunas cosas fueran más simples de lo que creía. Pero además de ideas este libro tiene una historia, por supuesto. Adso de Melk es un joven novicio de la orden benedictina al que lo envían junto con fray Guillermo de Baskerville para emprender un viaje. Ese viaje (del que Guillermo sabe mucho y Adso, hasta el momento, no sabe nada) tiene como punto final Italia, más precisamente una abadía en donde sucedió algo fuera de lo común ¿Pistas? Guillermo demuestra, apenas llega al lugar, una gran capacidad para leer signos, huellas, y deducir. Para algo lo habrán invitado a ir.

Y es así como nuestra versión franciscana de Sherlock Holmes (no estoy equiparando) y el fiel (aunque un tanto inútil) ayudante se ven metidos en una madeja, en un laberinto o en cualquier otra cosa que resulte confusa y asfixiante. Si había algo que podía hacer que la historia fuera más fascinante era la centralidad de la biblioteca. Apenas transcurren un par de capítulos (no es spoiler, tranquilos) ya se empieza a sospechar que la misión de Guillermo podría pasar fundamentalmente por la biblioteca de la abadía, que está llena de textos antiguos, permitidos o prohibidos, que representan el saber. Es terrorífica. Me gustó mucho que ese fuera uno de los escenarios más recurrentes y que, gracias a ello, se hicieran muchos comentarios sobre el uso y abuso de los libros, sobre la capacidad de leer, sobre la avidez de conocimiento, sobre el recelo con el cual uno protege ciertos libros. Hasta ahora no había visto que se trataran con tanta insistencia en una novela de ficción (o tal vez yo no recuerdo haber leído una, cosa que a estas alturas de mi vida ya es normal… pero sí me acordé de otros leyendo El nombre de la rosa).

Adso es el narrador de esta historia y ofrece una mirada particular. Su forma de contar no es para nada aburrida, le da ritmo al transcurso de los hechos. Aquí lo enlazo con la escritura: no es un estilo rebuscado, hay palabras que pertenecen a ciertas disciplinas pero no estancan la lectura. La dificultad las traen el latín y otros idiomas que aparecen con menos frecuencia. Hay un truco para no patalear con eso (a mí me funciona) cuando no conocen el idioma: lean primero todo el capítulo que tenga la frase que los complique, no se detengan. Cuando lo terminen, vuelvan y traduzcan, aunque probablemente se den cuenta de que igual entendieron lo esencial. Eco es filólogo y se le nota a la legua, incluso en ciertas actividades de los protagonistas que resultan complicadas de seguir. Y ahora vuelvo a Adso. En varias ocasiones es un espectador, casi no participa de las discusiones. Su función parece estar limitada a hacer las preguntas adecuadas para que Guillermo suelte un poco el hilo de sus razonamientos. No lo consigue del todo: Guillermo es bastante reservado con sus hipótesis y en más de una ocasión el lector le gritará mentalmente, pidiendo al menos un dato. Pero también Adso puede ser un protagonista como se debe, alguien que se involucra demasiado en los acontecimientos y que intenta, desde su yo presente anciano, transmitirle todo lo posible al lector, incluso cuando no hay palabras para describir.

Sobre los demás personajes, no puedo agregar demasiado. La mayoría de ellos, como el abad, Severino o Malaquías, son dueños de algunos saberes específicos que los meten de lleno en el problema o que los señala como una ayuda. Otros, como Ubertino, son las voces de la reflexión: están para discutir y recrear un contexto (el siglo XIV) que repercute en la abadía, la toma desde afuera hacia adentro. Estructuran las digresiones cultas que están diseminadas durante toda la novela. Algunas son extensas y hasta parecen sobrar, pero se gana más leyéndolas que salteándolas. Lo importante es que los personajes no son de esos con los que uno forma relaciones inexistentes. No despiertan otra cosa que sospecha. En mi caso, hasta resentimiento. Detalle aparte: no hay personajes femeninos. Hay uno, sí, y a otras mujeres se las menciona, pero por ser una abadía es lógico que no aparezcan.

¿Por qué no cinco perfectas y doradas estrellas? El final tiene un buen giro, pero la ejecución no terminó de resultarme convincente. Anticipé ciertos mecanismos porque los leí en otros libros (más nuevos que este, puedo decir en su defensa). Se reflexiona sobre cosas muy sensatas y otras muy descabelladas y de repente, debido a la falta de ciertas habilidades… el ridículo. Si bien puedo conformarme con pensar “está genial que no todo sea perfecto”, tampoco puedo dejar de ser ilógica. No puedo comentar con más detalles. También pesa en la estrella que falta la delineación de algunas subtramas que no llegaron (desde mi humilde punto de vista) a buen puerto y que tal vez hubieran sido más llamativas que otras que no lo hicieron. Sé que son observaciones superficiales sobre la trama, pero son las primeras que se evidencian. Todavía necesito chequear un par de anotaciones que hice, así que dentro de un año o dos volveré a leer este libro para que hable un poco más.

El nombre de la rosa es un enigma, es un laberinto (¿habrá alguna Ariadna?). Es una novela de misterio, de terror, de ideas, de historia. Es un dolor de cabeza de los buenos y pide un lector paciente, que no se desanime. No me decepcionó y cumplió con las expectativas, ya que resultó ser tan genial como me habían dicho todos los que me comentaron este libro. Eco es un autor y un pensador extraordinario y quiero seguir leyéndolo, así que estoy segura de que me esperan más situaciones rebuscadas, una tormenta de referencias (gracias por existir, Google, enciclopedias y diccionarios) y erudición por todas partes. Suena desafiante. Así que El nombre de la rosa se va a mis favoritos.
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MerMM
 25 July 2022
Si dijera que el libro me ha gustado caería en la exageración, sin embargo no puedo juzgarlo como un mal libro, porque entiendo porqué suscita tanta admiración, pero definitivamente no es un libro para mi.

¿Porqué? Para empezar es denso, y si bien hay debates interesantes a veces cuesta seguirlos porque está lleno (exageradamente lleno) de referencias bíblicas y de citas de filósofos que en su mayoría desconocía, digamos que la mayoría de los debates que surgen entre los monjes son con esta estructura: Pepito dijo que tal y cual, ya pero en la segunda enciclica del papa whatever excomulgó a Rocío Jurado por decir lo que ya había dicho el loco del quinto y tal y cual podría ser interpretado como vete a saber que ... Además por alguna razón que no acabo de entender el Sr Eco da por supuesto que todos nos hemos leído la biblia, el nuevo testamento y las cartas de los apóstoles ... eso y que sabemos latin... porque te mete párrafos enteros en ese idioma y ni se molesta en explicar lo que ha dicho...

Está claro que el hombre es un erudito y miedo me daría a mi compartir una sobremesa con el.

En cuanto a la trama pues bien, es un buen thriller mediaval con muy buenos personajes, en ocasiones las descripciones son un poco exhaustivas para mi gusto, pero más o menos justificadas y desde luego es un buen libro sobre todo para la gente culta y que sepa mucho sobre teología, o igual basta con saber un poquito y el problema es que soy una inculta... a saber...

PARA QUIEN: Gente culta y que sepa mucho sobre teología,
LO PEOR: Sentirse inculta, no saber latin...
LO MEJOR: Los personajes todos, tanto los principales como los secundarios.
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joseluispoetry
 19 July 2019
FARENHEIT 451, DE RAY BRADBURY


Farenheit 451 de Ray Bradbury es una novela distópica pura. Como ya se sabe, una distopía es una utopía en su sentido peyorativo, una sociedad que se supone debería ser idónea pero que no lo es, simple y sencillamente porque los valores impuestos son indeseables para el ser humano.
Ray Bradbury escribió Fahrenheit 451 con una máquina de escribir que rentó en la biblioteca por $0,10 por cada media hora, pagando un costo total de $9,80, lo que significa que le hubo tomado exactamente 49 horas escribir el clásico[1].
Primero apareció en capítulos en 1952, en la revista Play Boy, cuando ésta era precisamente una revista mucho más completa y más integradora que su versión actual. La obra completa fue publicada al año siguiente, en plena época de la tan llevada y traída Guerra Fría, justo cuando el mundo se había dividido en dos bloques: los comunistas rusos y los capitalistas norteamericanos.
Como distopía pura, Farenheit 451 –algo así como 332 grados centígrados, temperatura idónea en la cual arde el papel- se erige como una civilización cuyo gobierno es represor y encierra en sí misma una fuerte relación con la época y el contexto económico, político y social norteamericano que la vio nacer. Aunque cabe aclarar que Ray Bradbury ya había cosechado fama con la novela Crónicas marcianas, publicada en 1950.
Concebida no como se asevera en Wikipedia, por un afán de protesta contra la muy lejana quema de libros en la Alemania Nazi de 1933; no como -algo más cercano a Bradbury- el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 (si Wikipedia tuviera razón en su razonamiento irracional, se quedarían atrás la quema de la inmensa Biblioteca de Alejandría, y aún más atrás en el tiempo, el incendio de Roma por Nerón y también hubieran contado); sino como una severa crítica a la prohibición de libros y a la “cacería de brujas” orquestada por el senador Joseph Mc Carthy ese mismo año, 1953, en el que los grandes artistas norteamericanos y extranjeros comienzan a sufrir de hostigamiento en la tierra de las promesas fallidas por la más mínima sospecha de que albergan en sus almas una pequeña pizca de “comunistas”. Recuérdese el triste y valiente caso de Lillian Hellman, la esposa del novelista del género negro Dashiell Hammet, quien fue sometida a un severo juicio, o la de los cineastas, como Dalton Trumbo y sus amigos, y a todos los políticos de la época, quienes fueron obligados a declarar ante el famoso tribunal anticomunista (una especie de Tribunal del Santo Oficio, sin ser santo y sin ser oficio, en pleno siglo XX) su desapego a las ideas de Marx y Engels.
Farenheit 451 es una novela sincrética, porque concilia dos universos de la mitología si no totalmente opuestos, sí distintos en sus puntos torales: el judeocristiano y el griego. Es una alegoría que reúne lo crístico con lo órfico, y que se reconcilian, se mezclan en el gran mito de la resurrección. Job, prefigura de Cristo, Orfeo, y el ave Fénix se dan cita en estas páginas.
En el fondo, Farenheit 451 encierra la eterna alegoría del paraíso perdido por recuperar. Un mundo patriarcal, autoritario, donde existe un dios en la figura del estado, que ha prohibido terminantemente el acceso al huerto del fruto del conocimiento.
Durante seis días dios creó el universo, al séptimo de ellos, el domingo, descansó. Por eso en Farenheit la eternidad comienza un lunes. Y precisamente, en alemán, Montag, que es el nombre del protagonista de la novela más leída de Ray Bradbury, significa lunes.
El lunes es el octavo día y a la vez el primero, en donde el hombre deja el ocio y se pone en acción, es el emblema del comienzo. Montag pertenece a una de las cientos de estaciones de bomberos que existen desperdigadas por toda la geografía del estado totalitario, la cual, paradójicamente, no se dedica a apagar incendios, sino a provocarlos en cada sitio donde se encuentren los grandes volúmenes nacidos del invento de Johannes Gutenberg.
Montag parece estar conforme con su vida, con su rutina de tragahumo y con Mildred, su querida, depresiva y amnésica esposa, quien siempre lo espera en casa y hasta celebra cada “hazaña” de volver cenizas a alguna biblioteca clandestina.
Todo comienza a cambiar cuando Montag conoce a la subversiva involuntaria Clarisse Macclellan, una muchacha rústica, silvestre, desenfadada, ajena a ese mundo que los rodea. Clarisse es una Eva futurista, un filósofo en potencia y su pregunta ontológica resulta ser el fruto demasiado apetecible con el que cimbra todo el, hasta entonces, reducido y conformista universo de Adán-Montag: -¿Es usted feliz?
De esa forma, Clarisse hace honor a su nombre: le brinda claridad a Montag. Es a la vez Eva y a la vez la serpiente que tentó a Adán-Montag en el Paraíso.
El sacudimiento de conciencia de Montag se completa cuando él, Beatty y el resto de su cuadrilla de bomberos acuden a incendiar un domicilio que ha sido descubierto y denunciado por una vecina de apellido Blake como guardador de libros en el ático en potencia. La dueña de la casa no sólo no sale a la calle, como ocurre la mayoría de las veces, en esos casos en que la casa habrá de ser devorada por el fuego, sino que es ella misma quien prende la cerilla que pondrá fin a su vida y a sus pertenencias. Montag se cuestiona sobre el posible sentido poderoso y oculto -aún a sus obnubilados ojos y a su mente embotada- que los libros encierran como para que un ser humano sea capaz de darlo todo por ellos.
Beatty es el memorioso jefe de la estación de bomberos donde Montag labora. Beatty está recalcitrantemente convencido de que su vida es perfecta. Él es el representante corpóreo del estado totalitario. Piensa que los libros son el verdadero estorbo en el camino a la felicidad, pues provocan una angustia existencial, por eso hay que acabar con todos. Y pobre de aquel que se oponga, el sabueso -ese perro mecánico, asignado uno para cada estación de bomberos, cuya aguja que inyecta procaína actúa como un poderoso sedante- irá por él. Y la casa donde habite el transgresor o la transgresora habrá de ser reducida a escombros.
Faber hace su aparición. Faber es un viejo profesor de literatura, es el homo faber que habrá de proporcionar las ideas y los medios para escapar del absoluto control que el estado ejerce sobre todos los ciudadanos, para iniciar el proceso de liberación. le proporciona a Montag un pequeño pero efectivo dispositivo para estar en constante comunicación.
Ray Bradbury nos recuerda el poder subversivo que tiene la poesía en quienes la escuchan, por eso cuando Montag, en un acto de ira por lo superficial que son, lee un poema en voz alta a Mildred y a sus amigas, una suelta el llanto desconsoladoramente, mientras otra se enfurece. Ésta es la razón por la cual según Platón deben ser expulsados de la República todos los poetas. Mildred no está dispuesta a seguir casada con el pobre Job-Montag que parece estar enloqueciendo. Ella y sus amigas lo denunciarán. Este es el clímax de la novela.
Cuando llegan al domicilio donde habitan los insurrectos, Montag ve salir a Mildred-Eurídice a la inversa, llevando sus cosas. ¡Entonces comprende tardíamente que es su propia casa la que tienen que quemar! Accidentalmente se le cae el dispositivo con el cual se comunica con Faber. Beatty lo recoge y asegura que dará con el subversivo para darle su merecido y obliga a Montag a que sea él quien prenda fuego a todo sin dejar un solo momento de hostigarlo. Montag, en un arrebato de ira, incendia a su jefe y al sabueso. Éste le inyecta el poderoso sedante. Aún así, consigue huir.
A final de cuentas, desposeído ya de todo, virtual y mediáticamente asesinado por otro sabueso, Montag habrá de unirse a esos hombres-biblioteca deambulando a las orillas de las ciudades, de las vías del tren y de los ríos y significan la última esperanza de la civilización. Son libros vivientes, la alegoría del ave fénix renaciendo desde sus propias cenizas. En ellos, el fuego no es un elemento destructivo, sino civilizador. Son grandes dialogantes. Buscan incentivar el calor humano. Saben que después de la guerra, que ronda por doquier como fantasma, mejores tiempos para ellos se aproximan.
Una alegoría excelente la de Farenheit 451, misma que presupone un abandono al progreso mecanizado y un regreso a los cinco sentidos y a la naturaleza. Montag es un moderno Orfeo volviendo del mundo de los muertos. El baño de lodo, de tierra, de cenizas, mientras es perseguido, nos habla de su renacimiento. Montag es el hombre que ha regresado a sus orígenes, a su útero materno, la madre tierra, para poder nacer nuevamente. Montag es el hombre nuevo constituido por lo antiguo. El sénex puer o el puer sénex, el viejo-niño, el niño viejo que dará al mundo un sentido más profundo, más significativo, por lo tanto más humano. Y qué puede ser el símbolo que reúne lo viejo con lo nuevo, lo muriente con lo naciente sino el ave fénix. El dios viejo que se hace un dios nuevo, como Jesús, el cristo.
[1] Ray Bradbury murió el 5 de junio de 2012 a la edad de 91 años en Los Ángeles, California. A petición suya, su lápida funeraria, en el Cementerio Westwood Village Memorial Park, lleva el epitafio: «Autor de Fahrenheit 451».
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laestanteriademaria
 01 October 2022
Cuando Eco publica la novela hay un punto álgido en la literatura medieval con autores como Noah Gordon, Ken Follet. Pero Umberto Eco hace algo muy especial en esta novela, la dota de una carácter detectivesco.

Ambienta en una abadía de las montañas italianas, se producen una serie de extrañas muertas, con un sino en común, las lenguas de los fallecidos están negras. Con ese especial escenario nos narra luchas intestinas entre congregaciones religiosas y sobre todo el afán de preservar el conservadorismo religioso por parte de buena parte de los monjes.

Género policíaco llevado al medievo, una combinación muy acertada.
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lauli
 26 January 2022
“De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablaran entre sí”, dice Adso, nuestro narrador, en una de sus tantas epifanías. Y de ningún libro es eso tan cierto como de este que protagoniza.

Adso, un joven novicio, llega a la abadía con la biblioteca más vasta de la cristiandad acompañando a su maestro Guillermo de Baskerville, que debe hablar en una audiencia cuyo fin es poner paños fríos entre el Papa y el Emperador, enfrentados por el poder político con la orden de los franciscanos como excusa. al llegar se encuentra con una muerte dudosa, y el abad le encomienda que investigue lo sucedido. A medida que pasen las horas y empiece a engrosarse el número de muertos, Guillermo intentará aplicar su pragmatismo británico y su fe en la ciencia para resolver el misterio, descubriendo en el proceso que todo gira en torno a la laberíntica biblioteca y a un libro prohibido que está en el Finis Africae, la sección de la biblioteca más recóndita y vedada.

Eco logra un delicado equilibrio entre una novela entretenida y a la vez sumamente erudita, plagada de referencias textuales en latín pero también de guiños literarios. Está allí Conan Doyle, con un Sherlock monje y un narrador que es su ayudante inexperto (Adso, Watson, se imaginan); está la biblioteca de Babel, cuyo guardián más celoso es un viejo monje ciego llamado Jorge; está la biblia, el conocimiento clásico y su reinterpretación a manos de los padres de la iglesia; pero también el posmodernismo y la muerte del autor cuando Adso afirma “tengo la impresión de que lo que he escrito en estos folios, y que tú, lector desconocido, leerás, no es más que un (...) acróstico que no dice ni repite otra cosa que lo que aquellos fragmentos me han sugerido, como tampoco sé ya si el que ha hablado he sido yo o, en cambio, han sido ellos los que han hablado por mi boca”. Disfrazado de novela histórica, Eco nos entrega un artificio borgeano, una máquina literaria de engranaje perfecto.

Pero también hay un contexto histórico bien interesante: la Inquisición y sus métodos de disciplinamiento, el papado de Juan XXII y su pugna con el Emperador; la lucha de los franciscanos por lograr ser acogidos en el seno de la iglesia; y sobre todo la transición entre la Edad Media y el Renacimiento, con una iglesia debilitada por el surgimiento de movimientos disidentes (tildados de herejes) a lo largo de toda Europa, por la proliferación de universidades que comienzan a perfilarse como las nuevas guardianas del conocimiento, y por el avance de un humanismo que cree que la religión y la búsqueda de conocimiento a través de las ciencias es posible, representado magistralmente en la novela por la figura de Guillermo, que es un héroe potente y admirable, pero debe sufrir por tener una mentalidad adelantada a su época. Una lectura maravillosa, compleja y completa, digna del ingenio de Eco. Súper recomendable!
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Citas y frases (45) Ver más Añadir cita
Miguel2020Miguel202011 December 2023
Hasta entonces había creído que todo libro hablaba de las cosas, humanas o divinas, que están fuera de los libros. De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí....
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TerritorioLiterarioTerritorioLiterario08 March 2023
Fragmentos de la cruz he visto muchos en otras iglesias. Si todos fuesen auténticos, Nuestro Señor no habría sido crucificado en dos tablas cruzadas, sino en todo un bosque.
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nico_rosenico_rose27 February 2019
Era como si toda la creación me hablara de ella, y deseaba, sí, volver a verla, pero también estaba dispuesto a aceptar la idea de no volver a verla jamás, y de no unirme más a ella, siempre y cuando pudiese sentir el gozo que me invadía aquella mañana, y tenerla siempre cerca aunque estuviese, por toda la eternidad lejos de mí. (...) Y, sin embargo, en medio de tanta dicha, sentía una especie de dolor, en medio de todos aquellos fantasmas de una presencia, la penosa marca de su ausencia.
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rafaperezrafaperez26 February 2023
No todas las verdades son para todos los oídos.
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SatrinaSatrina30 November 2017
Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas.
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Vidéo de Umberto Eco
Lectura de "Confesiones de un joven novelista" (Ed. Lumen) de Umberto Eco.
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¿Cuánto sabes de la novela «El nombre de la rosa» de Umberto Eco?

¿Para qué viajan Fray Guillermo y Adso a la abadía benedictina?

Para investigar en su biblioteca secreta
Para debatir con enviados papales si una rama franciscana es herética
Para enseñar
Para resolver el misterio de las muertes de varios hermanos

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