Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.
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Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.
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No hay felicidad o infelicidad en este mundo; solo hay comparación de un estado con otro.
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¿Por qué no me arranqué el corazón el día en que decidí vengarme?
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En política, querido hijo, usted lo sabe como yo, no hay hombres, sino ideas; no hay sentimientos, sino intereses; en política no se mata a un hombre, se suprime un obstáculo, eso es todo.
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La felicidad es como esos palacios de islas encantadas cuyas puertas están guardadas por dragones. Hay que combatir para conquistarla.
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La alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como le dolor.
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Las heridas morales tienen la particularidad de que se ocultan, pero no ce cierran; siempre dolorosas, siempre prontas a sangrar cuando se les toca, quedan vivas y abiertas en el corazón.
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La alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como el dolor.
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"¡Cuando pienso -observó Caderousse, dejando caer su mano sobre el papel- que con esos medios se puede matar a un hombre con mayor seguridad que en un camino a puñalada! Siempre tuve más miedo a una pluma y un tintero, que a una espada o a una pistola."
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"Nunca se está en paz con los que nos hacen un favor -dijo Dantes-, porque aunque se pague el dinero, se debe la gratitud."
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises