A pesar de estar unido a él por tantos lazos, no; fue con considerable perplejidad, algo de mortificación y una viva sensación de incongruencia. Si hubiese podido alejarle pagando dinero, habría pagado dinero.
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A pesar de estar unido a él por tantos lazos, no; fue con considerable perplejidad, algo de mortificación y una viva sensación de incongruencia. Si hubiese podido alejarle pagando dinero, habría pagado dinero.
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Pronto contraje hábitos dispendiosos y empecé a gastar sumas que unos meses antes me habrían parecido casi fabulosas, pero, a pesar de todo, nunca abandoné mis libros.
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Esa muchacha es dura, altanera y caprichosa en grado extremo, y la señorita Havisham la ha criado para instrumento de venganza contra todo el sexo masculino.
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En aquel tiempo los británicos estábamos firmemente convencidos de que era una traición dudar siquiera de que nosotros éramos lo mejor del mundo; de otro modo, al tiempo que me sentía intimidado por la inmensidad de Londres, creo que habría tenido algunas dudas acerca de si no era más bien feo, tortuoso, estrecho y sucio.
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Incluso en aquel momento caí en aquel estado de confusión en que no sabía si lo preferiría a las elegantes habitaciones que iba a ocupar, igual que otras veces había ideado entre si prefería la herrería o la casa de la señorita Havisham, si a Biddy o a Estella.
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¡Oh, querido Joe, a quien yo con tanta ingratitud me sentía dispuesto a dejar, todavía te veo con tu fuerte brazo de herrero ante los ojos y con tu ancho pecho jadeando, mientras tú voz se debilita!
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Porque si es para humillarla, yo pensaría que lo conseguirías antes y con menos molestias no haciendo caso alguno de sus palabras. Y si es para conquistarla, yo pensaría que no merece la pena.
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Me daba la impresión de que al pararse los relojes se había detenido el tiempo en aquella misteriosa mansión, y de que mientras yo y todo lo demás que había fuera de la casa crecíamos y aumentábamos de edad, todo en la casa permanecía encantado. Jamás entraba en ella la luz del día, ni en mis pensamientos y recuerdos, ni en la vida real. Esto me hechizaba, y bajo su influencia yo continuaba en el fondo de mi corazón odiando mi oficio y avergonzándome de mi hogar.
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Lo que temía era que en un momento desgraciado, cuando mi aspecto fuese más sucio y vulgar, al levantar los ojos, encontrara a Estella mirando por una de las ventanas de la herrería.
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Sé perfectamente que todo lo bueno que haya podido hacer durante mi aprendizaje venía del conformado y sencillo Joe y no de mi yo inquieto, ambicioso y descontento.
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Su trama cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado: