Se me parte el alma y vacilo entre la desolación y la esperanza. […]. Nuevamente me ofrezco a usted, y mi corazón es aún más suyo ahora que cuando me lo destrozó hace ocho años.
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Se me parte el alma y vacilo entre la desolación y la esperanza. […]. Nuevamente me ofrezco a usted, y mi corazón es aún más suyo ahora que cuando me lo destrozó hace ocho años.
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No tenía más sombra en su dicha que la que provenía de la sensación de que no había en su familia una persona con méritos suficientes para ser presentada a un hombre de buen sentido. Allí sintió poderosamente su inferioridad.
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Ahora eran dos extraños. No; peor que extraños, porque jamás podrían llegar a conocerse. Era un exilio perpetuo.
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No había habido dos corazones tan abiertos, dos gustos tan similares, más comunidad de sentimientos, ni figuras más recíprocamente amadas.
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Si nuestro afecto es recíproco, nuestros corazones se entenderán
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—Perdón, señora, este es su asiento. Y aunque Anne retrocedió al instante negando resueltamente, él no se dejó convencer para sentarse de nuevo. Anne no deseaba más miradas o palabras como aquellas del capitán Wentworth. Su fría cortesía y su ceremoniosa gracia eran peores que cualquier cosa. |
—No existe apenas defecto físico —replicó Anne— que unos modales agradables no consigan volver poco a poco más tolerable. —Pienso de un modo muy distinto —contesté Elizabeth de inmediato—. Unos modales agradables pueden resaltar unos rasgos hermosos, pero nunca mejorarlos si son vulgares. |
Elizabeth, a sus dieciséis años, había asumido –hasta donde era posible- los derechos y la relevancia de su madre; y como era muy hermosa, y muy parecía a su padre, su influencia sobre él también había sido muy grande, y habían sido muy felices en mutua compañía. Sus otras dos hijas tenían un valor muy inferior para él. Mary había adquirido cierta artificiosa importancia al convertirse en la esposa de Charles Musgrove; pero Anne, aunque poseía un espíritu refinado y una dulzura de carácter que la habrían situado a gran altura entre personas de genuino discernimiento, no significaba nada par a su padre y su hermana; su opinión no tenía peso alguno y, por conveniencia, siempre prefería transigir ante los demás; era simplemente Anne, y nada más. |
Jane Austen (16 de diciembre de 1775-18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la