El olvido que seremos

Me quedo corto de palabras para hablar de este libro.

Leer esta obra fue una experiencia impactante. Hay que tener mucha valentía para escribir algo de este calibre.
El libro, como lo dice la contraportada es desgarrador y verídico, escrito con afecto pero también con sangre. Es difícil la realidad que nos plasma, de como podemos amar a un ser querido, la importancia que representa para nosotros y el golpe que significa su perdida. Aquí el autor logra representarlo con una maravillosa transparencia.

Esta es toda una crítica, tanto política como social. También, nos muestra la situación política de Colombia del siglo XX, donde se desata una guerra entre dos partidos políticos, los liberales y los conservadores y como dicho escenario afectó al país.
Héctor Abad Faciolince deleita con cada una de sus palabras y nos transporta a un pasado caótico, esto sin duda, es lo más parecido a viajar en el tiempo
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El olvido que seremos es una novela que pretende mostrarnos la vida de Héctor Abad Gómez desde la visión amorosa y orgullosa de su hijo Héctor Abad Faciolince. Para nadie es un secreto la violencia que vivió Colombia en los años 80 y buena parte de los 90, es más, la violencia no se ha ido del todo en la actualidad y permanece latente, sin embargo, es la época de los grandes capos la que sirve como telón de fondo para la historia que plasma Héctor Abab Faciolince como una especie de homenaje a su padre ya fallecido a causa de la violencia ciega y fanática que cubrió de sangre a Colombia durante muchos años.

El amor incondicional de un padre a un hijo y viceversa es un vínculo casi sobrenatural que liga a los implicados en un contrato que solo se rompe con la muerte de uno de ellos, aunque no sea en todos los casos, la novela de Hector Abad Faciolince así lo dibuja, un amor que crece con los años entre su padre y él, convirtiendo su narración en una catarsis que trae a colación la vida, obra y muerte de de su padre, del dolor profundo que le causó un país que se hundía en la más negra de sus horas violentando y masacrando a todo quien diera su voz de protesta.

La novela es melancólica y escrita con la tristeza inherente que viene con la añoranza y el recuerdo de un ser querido, que no solo fue para el autor un padre sino un mentor que lo moldeó poco a poco en el ser humano en que se convirtió. El amor de padre a hijo se hace presente en cada página sin vergüenza alguna, se desborda sin impedimentos y deja entrever el alma de Héctor Abad Faciolince, por una pequeña grieta el lector logrará observar el nervio más intimo de autor y tal vez llegue a identificarse profundamente.

El padre del autor es humanizado tanto como la visión romántica de Héctor Abad Faciolince se lo permite, y presenta a un ser humano preocupado en demasía por su mundo que en su caso era Medellín, una ciudad que no solo la carcomía la violencia sino que la desigualdad era el pan de cada día entre las callejuelas de sus barrios paupérrimos, un personaje que aunque vivía entre lo que podría considerarse la burguesía de la ciudad, no dejaba de ser tocado por las vicisitudes que tenían que sufrir las comunidades más pobres a causa de la corrupción gubernamental y de la violencia ejercida por oscuras fuerzas que rondaban a quienes trataban de hacer luz a la realidad colombiana.

Pero el padre no era únicamente el hombre preocupado por las desigualdades, sino que era un hombre culto que educó a su hijo entre libros y autores que abrieron su mente al conocimiento, con una paradoja en su vida, mientras más culto era más ingenuo parecía ser, una ingenuidad que lo envolvió gracias al dolor de pueblo que en su alma sentía, sin lograr ver los siniestros ministerios que en él se cernían. Un hombre idealista y romántico que coqueteaba con el comunismo, que luego decepcionó al darse cuenta que la realidad de dicho sistema era más atroz y triste en la práctica que en las letras, no pudo soportar un momento las injusticias y por eso rondaron sobre su cabeza enemigos que se ganaba sin proponérselo.

No esperen una novela cualquiera que cuenta historias de vida, es más bien un escrito descarnado de un hombre que quiere quitarse el peso del dolor que lleva a cuestas y que no ha logrado borrar, escribiendo para alguien que no lo leerá nunca pero que cada palabra alivia la pena del recuerdo de la muerte de su padre querido.

No dejarán de sufrir junto con cada párrafo, de sentir con cada historia y de versen reflejados por lo menos un poco, y tal vez cuando terminen la última página acepten cada caricia de madre, de padre, de hermano, de esposo, de esposa, de cualquiera a quienes quieran, porque sin lugar a dudas llegará un día en que ese ser los deje para siempre y solo quedarán sus caricias pasadas.

"Ya somos el olvido que seremos. El polvo elemental que nos ignora." Borges.
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Un modelo maravilloso de narración llena de emoción y ternura. Este libro me emocionó de una manera muy especial y me sirvió de catarsis tras varios años de la muerte de mi padre. Escrito en un cuidadoso lenguaje que mantiene viva la emoción desde la primera hasta la última línea. Muy recomendado.

Este libro nos va a contar la vida del padre del autor, un hombre que luchó contra las injusticias que veía en su país y que sin ponerse de parte de ninguna ideología política, fue perseguido por ambas ideologías.Leído en lectura conjunta con #empiezaporleer.clubliterario, ha sido interesante ver como el autor plasma en el papel unos sentimientos que ha guardado durante años.

Mi inclinación es a no reseñar ni opinar sobre este tipo de libros, los testimoniales, porque expresa una experiencia y como tal es verdadera y no nos corresponde valorarlo. En este caso, además, el libro pretende ser un homenaje al padre del autor y, por lo tanto, se merece respeto y cuidado y siempre me da más reparo comentarlo y hacerlo en la justa medida.
La obra tampoco creo que tenga afán un afán literario. Yo lo he leído como un ensayo más que literatura.
Por destacar algo, me ha gustado el título, una cita de Borges, idea que en cierto modo se repite a lo largo de la novela cuando el autor comenta, por ejemplo, las coplas de Manrique y otros poemas sobre la inevitabilidad de la muerte.
Coincido con el autor cuando afirma que moriremos todos y, en cierto modo, esa certeza conlleva cierto grado de aceptación, pero, dicho esto, hay formas de morir peores que otras.
El asesinato, si cabe peor por ideología, es algo horriblemente injusto y doloroso. Lo mismo se puede decir de la muerte de la hermana joven por una enfermedad también incomprensible y, para nuestra lógica humana, fuera de tiempo. Es la foto de la hermana la que ilustra en la portada, lo cual indica que se quiere homenajear a los dos por haberles sido arrebatada la vida y no terminada de forma natural.
Supongo que el autor escribió el libro para reconciliarse con estas dos pérdidas en su familia. Recordemos que cuando ocurre algo así, también los familiares son víctimas y son los vivos los que necesitan curar la herida.

Este libro es una declaración de amor, en su más amplio sentido de la palabra, y dentro de los términos recogidos pot la RAE en su acepción tercera: Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. Este sentimiento expresado a modo de homenaje y recordatorio la persona que más ha trascendido en la vida del autor de este bello libro: su padre.
Además de todo esto, es una declaración de principios, una historia en la que se conforma el periplo de una familia, centrándose en la figura paterna : un hombre bueno, iluso, de nobles ideales en un momento de la historia y un lugar en donde esas ideas pueden suponer una condena de muerte.
Me ha gustado el libro por su manera de estar escrito y por las ideas que es capaz de transmitir. Como dice una canción de Sabina: Que ser valiente no salga tan caro
Que ser cobarde no valga la pena.
En 2020 se ha realizado una adaptación cinematográfica por Fernando Trueba y con Javier Cámara en el papel de Héctor Abad Gómez.

No tenía este libro entre mis lista de libros pendientes, pero en enero lo recibí como regalo de cumpleaños, lo puse en lugar de preferencia y ahora solo puedo recomendarlo a todo el mundo.

La historia es un homenaje/testimonio del autor hacia su padre: un hombre bueno, luchador incansable contra las injusticias, con una gran amplitud de miras y un amor hacia su mujer e hijos tan fuerte que no sé si las páginas llegan a transmitirlo del todo. Un padre que nunca presiona, que no juzga decisiones, que celebra tanto los aciertos como los errores y que anima a vivir esa vida que a cada uno le haga sentirse completo.

A través de lo que el autor nos deja conocer sobre su padre, encontramos reivindicación hacia su figura y su memoria, crítica política, denuncia social y una crónica de lo que suponía vivir en la convulsa Colombia de las 80' que llegó a ostentar el desagradable honor de convertirse en uno de los países más violentos en los que vivir.

Es un libro triste dentro de su belleza y, a pesar de que el autor declare que les robaron la esperanza, yo he sentido esa esperanza de su padre en la lucha por los derechos humanos y las injusticias.

Personalmente, creo que ha tenido que ser muy difícil dejar de lado las ansias de venganza y la impunidad de los culpables, para conseguir que la figura del Doctor Héctor Abad brille por sí sola, por sus logros, sus luchas a través del amor y la admiración de un hijo, de una familia entera, que tuvo que ver de una manera tan cruel cómo a la gente buena les suceden cosas horribles.

Precioso homenaje, álbum de recuerdos, historia de una vida.


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Impactante homenaje de un hijo a su padre asesinado por los grupos de la derecha colombiana en los 80. El libro pasa de los agradables, y por momentos cómicos, primeros años de la vida familiar del autor, a narrar los dos duros golpes que recibe la familia: primero la muerte de una hermana y después el asesinato del padre que es un conocido personaje publico de la Colombia de la época, militante liberal y que, como otros tantos, es asesinado por ser un estorbo para las oligarquía conservadora.Muy duro sobre todo en la cruda narración de la muerte de la hermana, pero compensado con el muy bonito en el homenaje a su padre, del que, siendo yo también padre, he sentido en muchos momentos sana envidia por no comportarnos como él.

Lei este libro gracias al club de lectura de mi biblioteca y lo agradezco. Es un libro que te llena, de los que te hace pensar. Una historia real, escrita desde el corazón y desde la admiración. Me gustó mucho este libro. Totalmente recomendable. Una joya.

Esta es la novela gráfica que Tyto Alba hizo sobre la novela homónima de Héctor Abad Faciolince (Planeta, 2006) en la cual el autor narra la vida con su padre, el médico colombiano Héctor Abad Gómez. Una novela testimonial que mueve las fibras y con la cual es imposible no sentirse identificado en mayor o menor medida.

Esta adaptación gráfica capta la esencia de dicha novela y recrea muy bien los personajes y los sitios en los que se desarrolla. Se nota el trabajo investigativo de Tyto para recrear los espacios lo más fielmente posible. Si alguien lee esta reseña y está fuera de Medellín, le aseguro que los lugares que están en las páginas son, o fueron, tal cual Tyto los ilustró.

Si esta es la primera vez que lee la novela, espero que no tarde en leer la “original” para explorar algunos elementos que han quedado por fuera de este formato por motivos obvios y que enriquecen la historia de una forma muy bella y que dan más contexto sobre algunos de los sucesos de esta historia familiar.

Me gustó mucho encontrarme con uno que otro recorte de periódico insertos en las viñetas como recuerdo de que esta historia es real. Algunas fotos familiares también parecen haber sido copiadas con todo lujo de detalle por Tyto pues es inevitable al ver algunas viñetas tener la sensación de haber visto la imagen antes.

El estilo de Tyto es bastante cuidadoso, detallado y con una paleta de colores increíble que usa de forma espléndida cada vez que la situación cambia. Ha dado una identidad definida y muy cercana a la realidad de cada uno de los personajes. Basta con dar una hojeada al libro para identificarlos fácilmente sin entrar a leer las viñetas. ¡Cosa maravillosa!

Nuevamente, al volver a leer la historia de Héctor Abad Gómez, quien en sus últimos años de vida se dedicó incansablemente a denunciar la vulneración de los Derechos Humanos que se volvían más frecuentes a finales de los 70 y comienzos de los 80, concluye uno que hay cosas que no han cambiado, que se siguen repitiendo dentro de nuestra sociedad como si fueran lo más normal del mundo. Eso sin dejar de lado el hecho del peligro que se corre de ser señalado de revoltoso solo por denunciar la barbarie que cada vez nos parece más natural.

Me encanta que cada vez haya más apuestas de parte del sector editorial para hacer adaptaciones gráficas de sus títulos, una manera de llevar grandes historias a otro tipo de público sin perder la esencia de estas. Ojalá se vuelva tan frecuentes como los demás formatos.