Venganza

SPANISH REVIEW

Esta fascinante colección de cuentos macabros sumerge al lector en una intrincada red de historias, evocando un relato de Elizabeth Strout, pero con mayor intensidad. A pesar de tener un comienzo sutil que podría hacer dudar sobre su profundidad, a medida que avanza la narrativa, los estudios aparentemente ambiguos de los personajes se entrelazan, despejando dudas y descubriendo la compleja estructura del libro, similar a un rompecabezas. Esta maestría narrativa invita a los lectores a sumergirse de nuevo, intentando conectar las tramas y personajes.

Yoko Ogawa, renombrada por sus oscuros y retorcidos cuentos, demuestra su incomparable habilidad en “Revenge” (Venganza). Aunque sus personajes son descritos con viveza, trascienden barreras culturales, otorgando un atractivo universal a sus relatos. Esta combinación, junto con su inigualable estilo narrativo, garantiza que los lectores vuelvan a sus obras una y otra vez. “Revenge” evoca matices de Murakami pero se aventura en territorios aún más oscuros. No se trata del horror explícito de autores como Stephen King, sino de un terror más matizado, fusionando elementos de Poe con el realismo mágico, resultando en historias de finales sombríos y oscuros propósitos.

Un relato, centrado en una mujer en duelo, destaca la excepcional habilidad de Ogawa para retratar personajes. Equilibra la emoción pura con una inquietante imprevisibilidad, típica de sus personajes “comunes”. Algunos cuentos finalizan de manera tan abrupta que mantienen a los lectores en vilo, esperando ansiosamente el próximo giro. Aunque dudé en su calificación, reflexionando sobre el encanto de su astuta estructura, es indiscutible el genio literario de Ogawa. Si bien algunas elecciones narrativas podrían haber sido pulidas, la naturaleza envolvente de la obra la coloca en la cima de la literatura. Si buscas un rico entramado de oscuros relatos y exploración de personajes, “Revenge” es altamente recomendado.



ENGLISH REVIEW

This captivating collection of macabre tales immerses the reader in a complex web of stories, evoking a narrative by Elizabeth Strout, but with heightened intensity. Despite its subtle beginning that might cast doubt on its depth, as the narrative progresses, the seemingly ambiguous character studies intertwine, clearing up uncertainties and revealing the book's intricate, puzzle-like structure. This narrative mastery beckons readers to dive back in, attempting to link the plots and characters together.

Yoko Ogawa, renowned for her dark and twisted tales, showcases her unparalleled skill in “Revenge”. Although her characters are vividly described, they transcend cultural boundaries, giving her stories a universal appeal. This blend, coupled with her unmatched narrative style, ensures that readers return to her work time and time again. “Revenge” conjures shades of Murakami but ventures into even darker realms. It's not the explicit horror of authors like Stephen King, but a more nuanced dread, merging elements of Poe with magical realism, culminating in tales with grim endings and dark intentions.

A story, focused on a grieving woman, highlights Ogawa's exceptional ability to portray characters. It balances raw emotion with a disconcerting unpredictability, characteristic of her “ordinary” characters. Some tales conclude so abruptly that they leave readers on edge, eagerly awaiting the next twist. While I was hesitant about its rating, reflecting on the allure of its clever structure, Ogawa's literary genius is undeniable. Although some narrative choices might have been refined, the compelling nature of the work places it at the pinnacle of literature. If you're seeking a rich weave of dark tales and character exploration, “Revenge” comes highly recommended.


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Una mujer, con un pasado trágico, que espera a que la atiendan en una pastelería. Una señora que planta zanahorias con forma de mano. Un joven que viaja en tren al entierro de su madre adoptiva. Una auxiliar de un hospital que tiene un affaire con un médico casado. Una cantante que acude a un taller de bolsos para encargar uno muy particular. Estas son algunas de las extrañas historias que encontraremos en “La venganza” de Yoko Ogawa.

Historias aparentemente con nada en común, pero que poco a poco van entrelazándose sutilmente formando una especie de red que conecta estos once relatos. Personajes que aparecen mínimamente en un relato acaban siendo los protagonistas del siguiente, o detalles ínfimos nos recuerdan al relato que leímos anteriormente. Como una espiral vertiginosa, Ogawa consigue entrelazar todas las historias, en mayor o menor medida, haciendo que aunque sea un libro de relatos nos de la sensación de haber leído algo compacto y unificado.

La prosa de Yoko Ogawa es una auténtica maravilla. Sencilla pero a su vez llena de significado y simbolismo, con un estilo único que atrapa desde el minuto uno y envuelve al lector hasta el final. El tono de esta obra es bastante cercano al de “La policía de la memoria”. La tragedia y la desolación reinan a sus anchas entre sus páginas y la esperanza se vislumbra como un horizonte inalcanzable, en el que si caminamos dos pasos hacia ella, ella se aleja dos pasos de nosotros.

Una lectura amena de leer pero que deja cierto pozo de tristeza y desesperanza invitando al lector a la reflexión, relato tras relato, de la vida, el deber y la moral, así como mostrarnos algunas de las facetas mas oscuras del ser humano.

Un libro que recomiendo leer encarecidamente, una joya tanto en temática como en estructura, y uno de esos libros que una vez lo terminas se queda rondando por tu mente días y días.

Cuando digo que Yoko Ogawa es una de mis autoras japonesas favoritas lo hago con la cabeza bien alta y sin titubear. A día de hoy, hay muy pocas autoras que me transmitan tantísima confianza; el saber que escriban lo que escriban lo voy a disfrutar.

Después de «La policía de la memoria» (un libro al que le tengo muchísimas ganas), Tusquets nos trae «Venganza»: una recopilación de relatos entrelazados entre sí que, sin lugar a dudas, no dejará indiferente a ningún lector.

Dos alumnos de instituto a simple vista inofensivos, una novelista y su extraña casera, un anciano que trabaja en un museo de objetos de tortura o una cantante que encarga un bolso de piel a medida son tan solo algunos de los peculiares personajes que aparecen en estos relatos. Parece que no tienen nada en común, pero según vas avanzando te percatas de que sus vidas, para bien o para mal, están unidas por un intrincado hilo rojo del destino.

Con este libro he descubierto una nueva faceta de Yoko Ogawa: lo polifacética que es. Si en sus anteriores libros me hizo llorar de la emoción y me dejó el corazón calentito, en este ha conseguido que me recorriera un escalofrío por toda la espina dorsal de lo espeluznante que es. Nunca se me habría pasado por la cabeza que esta mujer fuese capaz de escribir terror tan bien.

Además, la forma en la que están estructurados los relatos me ha parecido magistral. No solo porque todos están relacionados entre sí, que me parece una tarea de memoria supercomplicada, sino porque también los puedes leer en el orden que a ti te dé la gana. Ya sea desde el primero hasta el último o viceversa, nada pierde sentido. Yoko Ogawa no deja ningún cabo suelto y a pesar de que algunas cosas quedan abiertas a libre interpretación, la autora sabe muy bien lo que hace. Si se animan a leer este libro háganlo con tranquilidad porque es fundamental que presten atención a cada detalle, hasta al más nimio.

«Venganza» me ha dejado completamente absorta hasta que lo he terminado. La pluma de Yoko Ogawa te arrastra como una fuerte corriente a las cabezas de cada uno de sus personajes, donde apenas hay claridad y sus perturbadores pensamientos te asfixian poco a poco. Eso sumado a la cotidianidad de la vida japonesa es lo que me ha gustado tanto. Es uno de esos libros que, tal vez, de primeras no llama la atención y pasa desapercibido, pero que esconde una auténtica joya para los amantes del género. 

Comienza con “Una tarde en la pastelería “,donde una madre va a comprar unos pasteles de fresa y nata ,para celebrar el cumpleaños de su hijo…muerto con seis años hace ya doce.(No es spoiler ,el dato está en la contraportada).

Un conjunto de once relatos ,que la autora concibió como una novela.

Amantes de la escritura no os perdáis esta lectura,es toda una clase de como escribir relatos .

Tartas de fresa,zanahorias,kiwis,tomates…parece que los alimentos se acumulan entre estas páginas ,pero serán clave en el “esqueleto” del libro.

El estilo de Ogawa se basa en la acumulación de detalles,que dosifica y emplea en momentos inesperados .

La protagonista destacada de estos relatos :
"Una anciana llamada J”,psicológicamente inquietante ,lo mismo es una dulce anciana que abre la página a lo grotesco.

Me ha sorprendido la ambigüedad en la que se mueve la lectura ,de lo cotidiano pasa a lo escabroso .

Sino os gusta leer relatos de forma habitual,darle una oportunidad,porque el libro es un conjunto ,donde lo mismo encontramos un zoo donde nieva,descubrimos un médico infiel a su mujer o visitamos un museo de la tortura.

Eso sí,si Yoko Ogawa os abre el apetito optar por la tarta de fresa …yo voy a tardar en comer zanahorias…veganos confiar en mi ;).

Sí por el contrario eres lector de relatos ,lo único malo ,es que no vas a poder dosificarlos como se suele hacer con ellos,la lectura es inquietante y atrapa.

Una tarde en la pastelería, Zumo de kiwi, Una anciana llamada J, Sandmännchen...Once relatos con títulos tan dispares no parecen tener mucho que ver unos con otros. Pero con Ogawa todo es posible. Todo, hasta que nos veamos inmersos en un universo gore de lo más siniestro.

El primero de ellos Una tarde en la pastelería nos lleva, de la mano de una madre, a uno de estos establecimientos a comprar una tarta de fresas con nata, la favorita de su hijo. Hasta aquí nada de particular. Nada de particular sino fuera porque su hijo está muerto. Se quedó encerrado en una nevera de un descampado y murió sólo, asfixiado. Tenía diez años.

En el segundo, un joven recuerda un suceso de hace veinte años cuando acompañó a una niña de su clase, con la que apenas tenía trato, a una extraña reunión con un hombre, su padre. al parecer era una hija nacida fuera del matrimonio, él era un importante cargo político. El hombre les paga una merienda en un lugar exquisito y de mucho postín. A la salida regresan andando, y en el camino se detienen en una casa abandonada en cuyo interior se amontonan los kiwis. Una vez dentro, ella saborea con ansia uno tras otro mientras el zumo de las frutas le desborda entre los dedos.

En Sandmännchen (título de una canción de cuna de Brahms) un tren se encuentra parado por una avería en las vías debido a una gran nevada. Entre los pasajeros un joven que se dirige al funeral de su madre. En realidad era su segunda madre, la primera murió. La nevada le hace recordar otra que les sorprendió a ambos en una visita al zoo. Una de las cosas que le enviaron cuando murió fue una extraña fotografía junto a una anciana. Ambas sostenían unas zanahorias que tenían forma de mano. Su madre era escritora.

La cosa comienza a ponerse fea en Batas blancas. Dos mujeres están recogiendo las batas sucias de los médicos para llevarlas a la lavandería. Una de ellas se sincera con su compañera y le cuenta que su amante por fin iba a ver a la familia de su mujer para pedirle el divorcio, pero se ha quedado tirado porque el tren se ha parado debido a la nieve. La otra mujer la admira por su belleza, su personalidad arrolladora. Pero descubre, por el giro que da la conversación, que es una intrigante, y...una asesina.

Y una vez que Ogawa nos mete el miedo en el cuerpo ya no para.
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