Ariel de Sylvia Plath
El chorro de sangre es poesía, no hay modo de frenarlo. Tú me acercas dos niños, dos rosas. |
Ariel de Sylvia Plath
El chorro de sangre es poesía, no hay modo de frenarlo. Tú me acercas dos niños, dos rosas. |
Ariel de Sylvia Plath
El agua estancada me envuelve los labios, los ojos, nariz y oídos, un celofán transparente que no puedo desgarrar. |
Ariel de Sylvia Plath
La perfección es terrible, no puede tener hijos. Fría como el aliento de la nieve, lamina el útero donde los tejos soplan como hidras y el árbol de la vida y el árbol de la vida sueltan sus lunas mes tras mes, sin propósito. El flujo de la sangre es el flujo del amor, sacrificio absoluto. Significa: ningún ídolo más que yo, que yo y que tú. |
Ariel de Sylvia Plath
Por las raíces de mi pelo un dios me sujetó. En sus voltios azules eché chispas como un profeta del desierto. Las noches se esfumaron de mi vista como el párpado de un lagarto: mundo de días blancos y pelados en cavidad sin sombra. Un hastío rapaz me enclavó en este árbol. Si él fuera yo, haría lo que hice. |
Ariel de Sylvia Plath
No puedo más, estoy exhausta: un pilar de blancura en un apagón de cuchillos. Soy la ayudante del mago, la que nunca se inmuta. |
Ariel de Sylvia Plath
Si la luna sonriese, se te parecería. Das la misma impresión de algo bello, pero aniquilador. Las dos sois grandes receptoras de luz. Su boca en forma de O se angustia por el mundo; la tuya no se altera, y es que tu don primero es convertirlo todo en piedra. |
Ariel de Sylvia Plath
Y el cuchillo no cortaría, sino que ingresaría puro y limpio como el llanto de un niño y el universo se me desprendería del costado. |
Ariel de Sylvia Plath
Pero, por dios, las nubes son como algodón. Un ejército entero. Son monóxido de carbono. Dulce y afablemente las inhalo llenándome las venas de invisibles, de millones de probables partículas que van tachando años de mi vida. |
Ariel de Sylvia Plath
La luna no es una puerta. Es una cara en sí misma, tan blanca como un nudillo y horriblemente apenada. Tira del mar como de un oscuro crimen, y guarda silencio con la gran O boquiabierta de la absoluta congoja. |
Ariel de Sylvia Plath
Soy minera. La luz arde azul. Estalactitas de cera gotean y se espesan, son lágrimas que el útero de la tierra exuda desde su tedio mortal. |
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Ariel de Sylvia Plath
Mientras el cielo, gusanera de sonrisas acumuladas, pasa nube tras nube. Y el ramo de la novia se deshace en frescura, el alma es una novia en un lugar tranquilo, y el novio se sonroja, olvidadizo, no tiene rasgos. |
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Ariel de Sylvia Plath
Conozco el fondo, dice. Lo conozco con mi gran raíz primaria: es lo que temes. No lo temo: he estado ahí. ¿Es el mar lo que oyes en mí, sus insatisfacciones? ¿O la voz de nada, que era tu locura? |
Ariel de Sylvia Plath
Los tulipanes deberían estar entre rejas como fieras salvajes; se abren como las fauces de un felino africano y me vuelvo consciente de mi corazón: abre y cierra su búcaro de flores rojas de puro amor por mí. El agua que me ofrecen es cálida y salada, como el mar, y viene de un país lejano como la salud. |
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Ariel de Sylvia Plath
Me arrullé hasta cerrarme por dentro como una concha de mar. Tuvieron que llamarme y llamarme y quitarme los gusanos uno a uno como perlas pegajosas. Morir es un arte, como todo. Y yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien, que parece un infierno. Tan bien, que parece real. Supongo que cabría hablar de vocación. |
Ariel de Sylvia Plath
Mis huesos albergan una quietud, los campos lejanos me funden el corazón. Amenazan con dejarme pasar hasta un cielo sin estrellas ni padre, un agua oscura. |
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Pensé que la cosa más hermosa del mundo debía ser la sombra, el millón de formas animadas y callejones sin salida de la sombra.
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¿Quién escribió la saga?