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La campana de cristal de Sylvia Plath
El silencio me deprimía. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio. Sabía perfectamente que los coches hacían ruido y la gente que iba dentro de ellos y la que estaba detrás de las ventanas iluminadas de los edificios hacían ruido, y el ruido hacía ruido, pero yo no oía nada. La ciudad colgaba en mi ventana, chata como un cartel, brillando y titilando, pero muy bien podía no haber estado allí, por lo que a mí concernía.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Si ser neurótica es decir dos cosas mutuamente excluyentes en el mismo momento, entonces soy endemoniadamente neurótica. Estaré volando de una a otra cosa mutuamente excluyente durante el resto de mi vida.
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Poesía Completa de Sylvia Plath
“Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien, que parece un infierno. Tan bien, que parece de veras. Supongo que cabría hablar de vocación” |
La campana de cristal de Sylvia Plath
Era como si lo que yo quería matar no estuviera en esa piel ni en el ligero pulso azul que saltaba bajo mi pulgar, sino en alguna parte, más profunda, más secreta y mucho más difícil de alcanzar.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
El silencio me deprimió. No era el silencio del silencio. Era mi propio silencio.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Lo último que yo quería era seguridad infinita y ser el lugar desde el cual parte una flecha. Quería cambio y emoción y salir disparada en todas las direcciones yo misma, como las flechas de colores de un cohete un Cuatro de julio.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
'¿Cómo podía saber que un día, en la universidad, en Europa, en alguna parte, en cualquier parte, la campana de cristal, con sus distorsiones asfixiantes, no descendería de nuevo?'
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La campana de cristal de Sylvia Plath
No comprendía cómo la doctora Nolan podía contar que una se dormía durante un electroshock, si ella no había recibido nunca ninguno. ¿Cómo podía saber ella si la persona no parecía dormida, mientras constantemente por dentro estaba sintiendo los voltios azules y el ruido?
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Debería haber, pensé, un ritual para nacer dos veces: remendada, reparada y con el visto bueno para volver a la carretera.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Para la persona encerrada en la campana de cristal, vacía y detenida como un bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
El problema era que yo detestaba la idea de trabajar para los hombres de cualquier forma que fuera. Quería dictar mis propias emocionantes cartas.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
La gente estaba hecha nada más que de polvo y yo no veía que curar todo aquel polvo fuera algo mejor que escribir poemas que la gente recordaría y se repetiría a sí misma cuando se sintiera infeliz o enferma y no pudiera dormir.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Lamenté llegar a la última página. Deseé poder arrastrarme por entre las líneas negras del papel impreso, como si se tratara de una cerca, e ir a dormir bajo la gran higuera, verde y hermosa.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Un millón de años de evolución, dijo Eric amargamente, ¿y qué somos? Animales.
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Ariel de Sylvia Plath
La mujer ha alcanzado la perfección. Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de la realización; la imagen de una necesidad griega fluye por los pliegues de su toga, sus pies desnudos parecen estar diciendo: hasta aquí hemos llegado, se acabó. Los niños, muertos y olvillados como blancas serpientes, uno junto a cada pequeña jarra de leche ya vacía. Ella los ha plegado de nuevo hacia su cuerpo como pétalos de una rosa cerrada cuando el jardín se aquieta y los aromas sangran de las dulces y profundas gargantas de la flor de la noche. La luna no tiene de qué entristecerse, mirando fijamente desde su capucha de hueso. Está acostumbrada a este tipo de cosas. Sus negros crujen y se arrastran. |
La campana de cristal de Sylvia Plath
Detesto pagar a nadie por algo que puedo hacer yo misma, me exaspera.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Quizás el olvido, como una bondadosa nieve, los entumeciera y los cubriera. Pero eran parte de mí. Eran mi paisaje.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Pensaba que quizás si me dejaran tranquila encontraría un poco de paz
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Gregorio Samsa es un ...