Ariel de Sylvia Plath
Por las raíces de mi pelo un dios me sujetó. En sus voltios azules eché chispas como un profeta del desierto. Las noches se esfumaron de mi vista como el párpado de un lagarto: mundo de días blancos y pelados en cavidad sin sombra. Un hastío rapaz me enclavó en este árbol. Si él fuera yo, haría lo que hice. |