La campana de cristal de Sylvia Plath
Nos abrazamos y nos despedimos antes de irnos a la habitación cada una en una punta del pasillo. No hay nada como vomitar con alguien para sellar una amistad.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Nos abrazamos y nos despedimos antes de irnos a la habitación cada una en una punta del pasillo. No hay nada como vomitar con alguien para sellar una amistad.
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La caja de los deseos de Sylvia Plath
No me preocupa que los poemas lleguen relativamente a poca gente. En realidad, lo sorprendente es lo lejos que van; entre desconocidos, incluso alrededor del mundo. Más lejos que las palabras de un maestro de escuela o que la recetas de un médico; si tienen suerte, más allá de una vida.
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La caja de los deseos de Sylvia Plath
[...] Entonces, ¿mi amor al cambio y al estado salvaje viene del paisaje marino de mi infancia? Las montañas me dan miedo: están ahí sin hacer nada, son muy orgullosas. Las colinas me asfixian con su quietud de almohadas altas.
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La caja de los deseos de Sylvia Plath
El paisaje de mi infancia no era tierra, sino el final de la tierra: las colinas frías, saladas, en movimiento, del Atlántico. A veces pienso que mi perspectiva del mar es lo más claro que tengo. La tomo, en mi condición de exiliada, como las «piedras de la suerte» moradas que coleccionaba, con una franja blanca alrededor, o como la concha de un mejillón azul, con su interior irisado como uña de ángel, y en una ola de recuerdo los colores se hacen más intensos y brillan, y el mundo temprano respira.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Para la persona encerrada en la campana de cristal, vacía y detenida como un bebé muerto, el mundo mismo es la pesadilla.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Later Buddy told me the woman was on a drug that would make her forget she'd had any pain and that when she swore and groaned she really didn't know what she was doing because she was in a kind of twilight sleep. I thought it sounded just like the sort of drug a man would invent. Here was a woman in terrible pain, obviously feeling every bit of it or she wouldn't groan like that, and she would go straight home and start another baby, because the drug would make her forget how bad the pain had been, when all the time, in some secret part of her, that long, blind, doorless and windowless corridor of pain was waiting to open up and shut her in again. |
Poesía Completa de Sylvia Plath
Amapolas en octubre Para Helder y Suzette Macedo Ni siquiera los cúmulos de esta aurora saben qué hacer con tales faldas. Ni la mujer que va en la ambulancia, Cuyo rojo corazón florece a través del abrigo tan asombrosamente. Son un don, un don de amor no requerido por este cielo, que indolente y flamante quema su monóxido de carbono, ni por esos ojos tan pasmados que, por un instante, se inmovilizan bajo los bombines. Ah, Dios mío, ¿qué soy yo para que estas bocas tardías se abran a gritos en este bosque de escarcha, en este amanecer de ancianos? |
Poesía Completa de Sylvia Plath
El Ahorcado Asiéndome del cabello, un dios se adueñó de mí. Sus descargas azules me achicharraron como a un profeta del desierto Las noches se volvieron invisibles, como el tercer párpado de un lagarto, un mundo de días blancos y escuetos en una cuenca sin sombra. Un hastío rapaz me ató a este árbol. Si ese dios fuera yo, haría lo que hice. |
Poesía Completa de Sylvia Plath
Ariel Estasis* en la oscuridad. después, el azul e insustancial diluvio de peñascos e infinitudes. Leona de Dios, eje de talones y rodillas, ¡Cómo nos fundimos en una! El surco se abre y avanza ante nosotras, hermana a cuya cerviz marrón y arqueada no consigo asirme, las bayas con mirada de negro lanzan oscuros anzuelos, bocanadas de sangre negra y dulce, sombras. Algo más Me lleva por el aire, arrastra muslos, cabellos; escamas que se desprenden de mis talones. blanca Godiva, así me voy esfolando, despojando de manos muertas, de rigores muertos. Y ahora voy dejando espuma sobre el trigo, un centelleo marino. El grito del niño se disuelve en la pared. Y yo soy la flecha, el rocío que vuela suicida, unida a esta fuerza que me impulsa hacia el ojo encarnado, el caldero del alba. |
Tres mujeres de Sylvia Plath
"[...] No busqué. Pero el rostro siguió ahí. el rostro del no nacido que amo su perfección, el rostro del muerto que solo podía ser perfecto en su simple paz, solo así ser sagrado. Y entonces hubo otros rostros. Los rostros de las naciones, gobiernos, parlamentos, sociedades, los rostro sin rostro de los hombres importantes. (Plath, 1962). |
La campana de cristal de Sylvia Plath
Donde quiera que estuviera sentada - en la cubierta de unbarco o en la terraza de un café en París o en Bangkok - estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito circundante.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Respiré profundamente y escuché el antiguo estribillo de mi corazón. Yo soy, yo soy, yo soy.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente. Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
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La campana de cristal de Sylvia Plath
“No hay nada como vomitar con alguien para llegar a ser viejos amigos". Sylvia Plath, |
Sylvia Plath
Líbreme de cocinar tres veces al día, líbreme de la inexorable jaula de la rutina y la costumbre. Amo la libertad. Deploro las restricciones y las limitaciones. Yo soy yo. Yo soy poderosa. Creo que me gustaría llamarme: La chica que quería ser Dios.
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Ariel de Sylvia Plath
No tengo más de treinta años. Y, al igual que los gatos, siete ocasiones para morir. |
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Tres mujeres de Sylvia Plath
Vuelvo a encontrarme. No soy sombra aunque una sombra nace de mis pies. Soy una esposa. La ciudad espera y se duele. La hierba cruje a través de la piedra, y está verde de vida. |
La campana de cristal de Sylvia Plath
Debe de haber unas cuantas cosas que un baño caliente no puede curar, pero yo conozco muchas; siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: «Tomaré un baño caliente».
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Gregorio Samsa es un ...