La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Llegué a Berlín. En la pared del Reichstag escribí: "Yo, Sofía Kuntsévich, he venido hasta aquí para matar a la guerra". Me pongo de rodillas ante cada fosa común... de rodillas... |
La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Llegué a Berlín. En la pared del Reichstag escribí: "Yo, Sofía Kuntsévich, he venido hasta aquí para matar a la guerra". Me pongo de rodillas ante cada fosa común... de rodillas... |
La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Créeme, eran buena gente, eran gente honrada, no creían en Stalin o en Lenin, sino en las ideas comunistas. En un socialismo con rostro humano, así lo formularon luego. En una felicidad para todos.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Desde entonces los aviones me aterrorizan. Es como si aquel piloto con su avión siempre estuviera en alguna parte, enseguida me entra el pánico, no soy capaz de pensar en nada, solo en que ese avión está volando hacia mí y en que tengo que esconderme para no ver, no oír. No soporto el ruido de los aviones. No puedo volar... |
El fin del "Homo sovieticus" de Svetlana Aleksiévich
Los seres humanos quieren vivir sus vidas,sin necesidad de hacerlo movidos por un gran ideal. ¿Que sentido tiene conocer la diferencia entre el bien y el mal cuando se paga un precio tan caro por ese conocimiento? |
La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
El comandante me chillaba: "¡Soldado Semiónova! ¡Soldado Semiónova, te has vuelto loca! La madre... ¡Te matarán!" Justo lo que no me cabía en la cabeza: ¿cómo me iban a matar si acababa de llegar al frente? Entonces aún no sabía lo vulgar y poco selecta que es la muerte. No le vayas con peticiones y súplicas.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Y allí mismo, sin esperar nada, le pegaron un tiro en la frente. Con un revólver. Era un fusilamiento ejemplar: le pasaría lo mismo a cualquiera que vacilara. ¡Aunque fuera por un segundo! Por uno solo... Aquella orden me hizo madurar de la noche a la mañana. No se habló de... Procuramos olvidarlo... Si, ganamos la guerra, pero ¡a qué precio! ¡¿A qué terrible precio?! |
Los muchachos de zinc de Svetlana Aleksiévich
El ejército no tolera la libertad de pensamiento. En cuanto pasas a formar parte de las filas, solo acatas órdenes. Desde que te despiertas hasta que te vas a dormir.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Por mucho que me guste mirar el cielo o el mar, observar un grano de arena por un microscopio me fascina aún más. (...) ¿Por qué la gente llama "pequeño" a lo que es diminuto o "grande" a lo que es amplio si ambos resultan igual de infinitos?
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es un marido, un ser querido, sino un elemento radioactivo con un gran poder de contaminación.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
¡Cuántas ganas tenía de volver a casa! Aunque mi padre no estuviera allí, ni mi madre tampoco. La casa es algo superior a las personas que la habitan, y superior a la casa misma.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
“Veías a una mujer joven sentada en un banco junto a su casa, dándole el pecho a su hijo. Comprobamos la leche del pecho: es radioactiva”.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
“De pronto empecé a dudar, ¿qué es mejor, recordar u olvidar? Pregunté a los amigos. Unos lo han olvidado, otros no quieren recordar, porque nosotros no podemos cambiar nada, ni siquiera podemos marcharnos de aquí. Ni siquiera eso”.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
“Hace tiempo que me he descubierto enseñándome a ser más atenta con el mundo que me rodea. Con mi entorno y conmigo misma. Después de Chernóbil, esto te sale por ti mismo”.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
¿Hasta dónde llegan nuestras palabras y nuestros sentimientos? ¿Qué está condenado a ser inexplicable? Cada vez tengo más preguntas y menos respuestas. A veces regreso a casa después de la conversación de turno pensando que el sufrimiento es soledad. Aislamiento absoluto. Otras veces me inclino a creer que el sufrimiento es un tipo de conocimiento, de sabiduría. Hay ciertas cuestiones de la vida humana que solo se guardan y se transmiten por la vía del sufrimiento, sobre todo aquí, en nuestro país. Así es nuestro mundo, así somos nosotros.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
cuarenta años más tarde, sus memorias conservan muchas de las pequeñeces de la vida cotidiana. Detalles, matices, colores, sonidos. En su mundo, la cotidianidad y la existencia se unían, la existencia en sí era valiosa, ellas recuerdan la guerra como una época de su vida. No tanto las acciones y los acontecimientos, sino la vida como tal. En más de una ocasión observé que en sus relatos lo sencillo vence a lo grande, incluso vence a la Historia.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
De noche me acosaban las pesadillas: los soldados alemanes, los ladridos de los perros, los estertores de los moribundos… Al morir, la persona es como si susurrara, pero ese susurro es más horrible que cualquier grito. Todo lo que había vivido volvía… Una persona que espera su ejecución… Sus ojos se llenan de miedo… No se lo cree, hasta el último instante no se lo cree. Y también la curiosidad, en su mirada se lee la curiosidad. Los fusiles le apuntan y en el último instante se tapa la cara con las manos. Se tapa la cara… La cabeza se me hinchaba de gritos…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
A veces oigo una música… O una canción… Una voz de mujer… Y allí encuentro lo que he sentido. Algo semejante… »En cambio, veo una película de guerra y sabe a mentira, leo un libro y lo mismo, mentira. No es… No es correcto. Comienzo a hablar y tampoco me sale. No es tan espantoso, ni tan bonito. ¿Sabe lo preciosos que resultan los amaneceres en la guerra? Antes de un combate… Los observas y estás segura: ese podría ser el último. La tierra es tan bella… Y el aire… Y el sol…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Por mucho que me guste mirar el cielo o el mar, observar un grano de arena por un microscopio me fascina aún más. El mundo en una gota de agua. Esa vida enorme e inverosímil que descubro allí. ¿Por qué la gente llama «pequeño» a lo que es diminuto o «grande» a lo que es amplio si ambos resultan igual de infinitos? Hace tiempo que no los distingo. Para mí, una persona es mucho. En su interior hay de todo, más que suficiente para perderme.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Se acabó la guerra. Me quedé sola, solita. Hacía de vaca, hacía de buey, hacía de mujer, hacía de hombre. ¡Ay de mi vida!…
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¿Quien escribió el mas grande fenómeno de Wattpad "After"