La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Por mucho que me guste mirar el cielo o el mar, observar un grano de arena por un microscopio me fascina aún más. El mundo en una gota de agua. Esa vida enorme e inverosímil que descubro allí. ¿Por qué la gente llama «pequeño» a lo que es diminuto o «grande» a lo que es amplio si ambos resultan igual de infinitos? Hace tiempo que no los distingo. Para mí, una persona es mucho. En su interior hay de todo, más que suficiente para perderme.
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