La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Y allí mismo, sin esperar nada, le pegaron un tiro en la frente. Con un revólver. Era un fusilamiento ejemplar: le pasaría lo mismo a cualquiera que vacilara. ¡Aunque fuera por un segundo! Por uno solo... Aquella orden me hizo madurar de la noche a la mañana. No se habló de... Procuramos olvidarlo... Si, ganamos la guerra, pero ¡a qué precio! ¡¿A qué terrible precio?! |