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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Incluso ante el fin del mundo, el hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora. Siempre
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Incluso ante el fin del mundo, el hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora. Siempre
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Esta gente se está muriendo, pero nadie les ha preguntado de verdad sobre lo sucedido. Sobre lo que hemos padecido. Lo que hemos visto. La gente no quiere oír hablar de la muerte. De los horrores. Pero yo le he hablado del amor... De cómo he amado. (LIUDMILA IGNATENKO, esposa del bombero fallecido Vasili Ignatenko) |
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
- No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es su marido, un ser querido, sino un elemento radiactivo con un gran poder de contaminación. No sea usted suicida. Recobre la sensatez.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Ente el momento en que sucedió la catástrofe y el cuándo se empezó a hablar de ella se produjo una pausa. Un momento para la mudez. Y lo recuerdan todos. Allá por las altas esferas se tomaban decisiones, se confeccionaban instrucciones secretas, se mandaba que levantaran el vuelo los helicópteros, o que se trasladaran por las carreteras enormes cantidades de transportes; abajo se esperaba recibir información y se pasaba miedo, se vivía a base de rumores, pero todos guardaban silencio sobre lo principal: ¿qué es lo que realmente había sucedido? No se hallan palabras para unos sentimientos nuevos y no se encontraban los sentimientos adecuados para las nuevas palabras; la gente aún no sabía expresarse, pero, paulatinamente, se sumergía en la atmósfera de una nueva manera de pensar; así es como podemos definir hoy nuestro estado de entonces.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Hasta en los filósofos la palabra es algo aproximado respecto a la idea que han captado. La palabra solo responde de modo absoluto a lo que llevamos en el alma, en la oración, en la idea hecha plegaria.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Se construyó al estilo soviético, con materiales baratos y sin medidas de seguridad (…) Al mando de la central no había físicos, sólo comisarios políticos (…) Los comunistas nos mintieron todo el tiempo.
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Últimos testigos de Svetlana Aleksiévich
-Abuela, ¿cómo rezabas cuando estaba muerta? -le preguntaba yo después. -Pedía que tu alma regresara. Un año más tarde la abuela murió. Para entonces yo ya sabía rezar. Rezaba y pedía que su alma volviese. Pero no volvió. |
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
El hombre solo se salvaba a sí mismo, traicionando al resto de los seres vivos.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
A veces me parece oír su voz… Oírle vivo… Ni siquiera las fotografías me producen tanto efecto como la voz. Pero nunca me llama… Ni en sueños… Soy yo quien lo llama a él…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Siempre han sido hombres escribiendo sobre hombres, eso lo veo enseguida. Todo lo que sabemos sobre la guerra, lo sabemos por la "voz masculina". Todos somos prisioneros de las percepciones y sensaciones "masculinas". Las mujeres mientras tanto guardan silencio.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
“De pronto empecé a dudar, ¿qué es mejor, recordar u olvidar? Pregunté a los amigos. Unos lo han olvidado, otros no quieren recordar, porque nosotros no podemos cambiar nada, ni siquiera podemos marcharnos de aquí. Ni siquiera eso”.
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Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
“Hace tiempo que me he descubierto enseñándome a ser más atenta con el mundo que me rodea. Con mi entorno y conmigo misma. Después de Chernóbil, esto te sale por ti mismo”.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
cuarenta años más tarde, sus memorias conservan muchas de las pequeñeces de la vida cotidiana. Detalles, matices, colores, sonidos. En su mundo, la cotidianidad y la existencia se unían, la existencia en sí era valiosa, ellas recuerdan la guerra como una época de su vida. No tanto las acciones y los acontecimientos, sino la vida como tal. En más de una ocasión observé que en sus relatos lo sencillo vence a lo grande, incluso vence a la Historia.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
De noche me acosaban las pesadillas: los soldados alemanes, los ladridos de los perros, los estertores de los moribundos… Al morir, la persona es como si susurrara, pero ese susurro es más horrible que cualquier grito. Todo lo que había vivido volvía… Una persona que espera su ejecución… Sus ojos se llenan de miedo… No se lo cree, hasta el último instante no se lo cree. Y también la curiosidad, en su mirada se lee la curiosidad. Los fusiles le apuntan y en el último instante se tapa la cara con las manos. Se tapa la cara… La cabeza se me hinchaba de gritos…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
A veces oigo una música… O una canción… Una voz de mujer… Y allí encuentro lo que he sentido. Algo semejante… »En cambio, veo una película de guerra y sabe a mentira, leo un libro y lo mismo, mentira. No es… No es correcto. Comienzo a hablar y tampoco me sale. No es tan espantoso, ni tan bonito. ¿Sabe lo preciosos que resultan los amaneceres en la guerra? Antes de un combate… Los observas y estás segura: ese podría ser el último. La tierra es tan bella… Y el aire… Y el sol…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Por mucho que me guste mirar el cielo o el mar, observar un grano de arena por un microscopio me fascina aún más. El mundo en una gota de agua. Esa vida enorme e inverosímil que descubro allí. ¿Por qué la gente llama «pequeño» a lo que es diminuto o «grande» a lo que es amplio si ambos resultan igual de infinitos? Hace tiempo que no los distingo. Para mí, una persona es mucho. En su interior hay de todo, más que suficiente para perderme.
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
Se acabó la guerra. Me quedé sola, solita. Hacía de vaca, hacía de buey, hacía de mujer, hacía de hombre. ¡Ay de mi vida!…
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La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich
El «cómo fue» no está en primer lugar, lo que me inquieta y me espanta es otra cosa: ¿qué le ocurrió allí al ser humano? ¿Qué ha visto y qué ha comprendido? Sobre la vida y la muerte en general. Sobre sí mismo, al fin y al cabo. Escribo la historiografía de los sentimientos… La historia del alma… No se trata de la historia de la guerra o del Estado, ni de la vida de los héroes, sino de la del pequeño hombre expulsado de una existencia trivial hasta las profundidades épicas de un enorme acontecimiento. La Gran Historia.
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