Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich
Hasta hoy tengo delante de mis ojos la imagen: un fulgor de un color frambuesa brillante; el reactor parecía iluminarse desde dentro. Una luz extraordinaria. No era un incendio como los demás, sino como una luz fulgurante. Era hermoso. Si olvidamos el resto, era muy hermoso. No había visto nada parecido en el cine, ni comparable. Al anochecer, la gente se asomaba en masa a los balcones. Y los que no tenían, se iban a casa de los amigos y conocidos.
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