Santiago Posteguillo

Hasta el águila más fuerte, hasta aquella que vuela más alto, un día se queda sin fuerza en las alas.

No hablar de aquello que es origen de nuestros problemas es no querer afrontarlos.

Intentar las cosas es, en sí mismo, un mérito.

A veces la sangre purifica. Sobre todo si es la sangre de nuestros enemigos.

Con frecuencia se tacha a la mujer de inconstante, de cambiante, pero podemos leer en la mismísima Odisea que Penélope permaneció constante y fiel a su esposo Ulises durante todo el tiempo que éste estuvo ausente en una dura prueba de fidelidad y lealtad a la que no tengo claro que muchos hombres pudieran enfrentarse con posibilidad de éxito.

Vivían siempre con la angustia de que él fuera encarcelado por sus ideas demasiado libres, demasiado libertarias. En definitiva, por pensar demasiado.

Cuando hay una crisis grave, no es momento de disputas políticas. Primero hay que resolver la crisis, luego ya habrá tiempo de política. Sólo los malvados o los imbéciles ponen la política por delante en tiempos de grave crisis.

¿qué sabían ellos, todos, del poder, de crear una dinastía, de forjar el imperio más grande nunca conocido? ¿Qué sabían los que la criticaran de todo eso? Nada. Al poder se lo envidia, sin saber de los sacrificios últimos que hay que hacer por retenerlo

Cuantas más leyes, más corrupción. No se trata de legislar sin fin, sino de asegurarse de que se cumplan las leyes que ya tenemos.

Hasta el águila más fuerte, hasta aquella que vuela más alto, un día se queda sin fuerza en las alas.

Hay muchas prisiones en el mundo, y el miedo es una de las peores.

Una batalla se puede ganar con el corazón, pero una guerra sólo se gana con la cabeza.

Un rumor puede ser más poderoso que un ejército.

Así era el mundo, así sería siempre. La libertad para los que gobiernan, para los que mandan. El resto son sólo esclavos, siervos.

Las batallas se pueden ganar con el corazón pero las guerras sólo se pueden ganar con la cabeza.

"El orgullo y los halagos con frecuencia nublan nuestra razón…"

Políticos egoístas, corruptos y con frecuencia imbéciles, que se aprovechan de una grave crisis bélica o generada por una gran enfermedad, que buscan aprovecharse de esas terribles circunstancias para, o bien llegar al poder, o bien mantenerse en él sin importarles lo más mínimo las consecuencias que su ambición personal pueda tener en la población que gobiernan

Julia era muy ambiciosa. Como muchos de los que la rodeaban. Solo había una diferencia sustancial entre ellos y ella. Bueno: dos diferencias. En primer lugar, ella era mujer y ellos hombres. En segundo lugar: ella era más inteligente.

Estaban malditos, sí, desterrados, sí, pero al menos en medio de aquella batalla, estaban victoriosos, con orgullo, con sus sandalias hundidas en la sangre de sus enemigos y de sus amigos. Pisando un fango de muerte como nunca antes habían conocido

La venganza, para muchos, solo causa más dolor, pero para Julia la venganza tenía ese regusto dulce que deja la más absoluta de las victorias, esa que se obtiene cuando todos te han dado ya por derrotada. Ingenuos. Todos.