Es muy fácil empatizar con el actor protagonista de esta novela que a cada momento tiene que justificar que él no es un asesino, hasta que harto de todo, abandona la serie, las redes sociales y todo el mundillo en el que ha estado viviendo para irse a una casa lejos de la ciudad, en un paraje idílico y solo.
Una casa que su agente ha reformado completamente por dentro para dotarla de todas las comodidades modernas y que solo tiene un defecto. Junto a ella hay otra casa que, por más que han intentado comprar, su dueño se ha negado, si bien es verdad que no vive nadie.
Poco le dura la paz a nuestro protagonista, porque al poco de estar allí, comienza a sentir ruidos y golpes como si la casa vecina estuviese habitada. ¿Imaginación o realidad? Lo cierto es que esa situación hace que se le acabe la paz a Jon y el personaje que ha creado parece que por momentos se adueña de su personalidad. Pero ¿cuál es el verdadero Jon? ¿Está fingiendo cuando interpreta a un asesino o en realidad es esa su verdadera personalidad?
OPINIÓN PERSONAL
Mientras leía Penitencia, me vinieron a la mente dos series televisivas muy viejunas pero que en su día disfruté mucho: Cuentos para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador y Alfred Hitchcock presenta. Dos series de capítulos independientes y de apenas media hora, en la que lo importante era la ambientación que se creaba.
Porque sin duda lo mejor de esta novela es la ambientación y el clímax que en todo momento sabe crear Pablo Rivero. La referencia a Hitchcock no es gratuita, porque el propio Pablo Rivero nos confesaba en un encuentro virtual que tuvimos un grupo de blogueros con él, que era un admirador suyo y de sus películas.
Consigue crear una sensación de angustia en torno al protagonista, a lo que está sintiendo, a cómo los hechos van haciendo que se vaya transformando y saliendo de él un lado oscuro que no está dispuesto a admitir.
Todo esto lo consigue el autor en una novela corta e intensa en emociones. Lo de corta no lo digo como una crítica, porque a mí me gustan de un modo especial esas novelas que no se enredan en largas descripciones que en muchos casos terminan ralentizando inútilmente el ritmo de la narración.
Una novela con pocos personajes, que no se anda por las ramas y que desde un primer momento te mete en una situación muy creíble, pero en la que no terminas de ver si es una fantasía, una paranoia por su situación o incluso si hay algún fenómeno paranormal. Duda que no tardas mucho tiempo en resolver y en la que te dejarás atrapar por un suspense que domina toda la novela.
Con Penitencia he conocido a Pablo Rivero y me ha dejado no solo con muchas ganas de leer su próxima novela, sino de hacerlo con No volveré a tener miedo, su primera novela.
Enlace:
https://www.elbuhoentrelibro..